viernes, 9 de enero de 2015

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El miedo, eso fue, el miedo....la infancia acribillada de abandonos
y ausencias lejanas y presentes, de burlas premeditadas  y de 
palabras que sangraban. 

Acurrucar los sentimientos y no dejar la sensibilidad al descubierto.
O mostrarla, fingiendo sonrisas que estarán en cola de espera para vos.
Manifestar una psicosis interna de despedida y no comenzar nada
para que entonces no termine. Que nazca lo eterno.

Medir el tiempo, contar los abrazos y reservar algún cuartito de
besos para las llegadas que no son bienvenidas pero esperadas.
Mirar los días que se cambian de ropa para ver cómo actuar sin
parecer guionada la desesperación y la angustia que provoca todo esto.

¿De qué sirve una memoria que incluso trae los olores del momento?