miércoles, 30 de enero de 2013

Todo eso

Dormida en el tiempo ficticio de convivencias
entre esa nada  y esos abrazos; asfixiada de espantos
calmados por inseguridades domésticas; desmayada
ante las palabras que gimen orgasmos casi imperceptibles
al cuerpo escurridizo.

miércoles, 23 de enero de 2013

A Saturno

No hables con verdades porque arruinás todo; mejor cantá bajito cerca del oído izquierdo una canción que nombre  a caracoles, tintas, crayones, distancias varias y besos espantosos. De no existir ninguna inventala, creo merecerla. Pero como toda  tormenta de estrellas que acosan a Saturno parecen interminables, te advierto que voy a estar distraída.
No es que no te quiera, es que me dejaste durmiendo, sin abrazo de despedida; y no es que no te quiera hablar, es que no tenés nada que decirme; y no es que no te quiera pasar a buscar, es que me dejaste ocupada pensando en vos. Ya ves, ya lees sin comprensión lunática, ya sentís que nada de lo que tengo escondido te pueda sorprender. Menos mal que los monstruos aún descansan debajo de la cama custodiando los sueños que espantan a esas ilusiones que adosaste con alfileres de gancho en el colchón.
Admito que la noche se siente incómoda, por eso quiero volar a los anillos cósmicos, para aspirar asteroides y volver con poderes simples de esperas que se vuelven asquerosas de ansiedad; y como ayer estuve hablando con algunos bichitos de luz y me contaron que te vieron bailar sobre algunas de  mis palabras, supongo que en cierto modo te alegran, y no me pidas más porque ya tendrás suficientes. a lo mejor te empalagaron o te hicieron huir cuando entendiste el significado.
No, no es fácil cuidar de una maniática, paranoica, supersticiosa, traumática, pero tampoco pretendo que cuides  de algo que no entiendo cómo funciona.
Qué se yo, pasa que el humor cambia sin aviso y tus dudas las tengo inyectadas de forma intravenosa, como todo lo que prometiste y te creí.
Y tal vez soy de fácil sustitución y el cielo donde levitás es más entretenido que los libros donde me ahogo con facilidad.


Qué bronca, no te puedo culpar.

lunes, 7 de enero de 2013

He dicho.


No trates de espantar a las palabras que se visten de belleza incontrolables, justo ahora que logré empantanar las decisiones y até al mástil a la desconfianza y congelé, junto a las hojas de menta, las sonrisas frías que se bañaban en la tierra de arrumacos ficticios.
No seas insoportable con las vueltas en bicicletas, no ahuyentan ni conmueven, porque en determinadas épocas soy la casa de un caracol y en otras salgo de laberintos sin necesidad de ovillos de hilos.
Ahora que ya no hay climas ni temas de conversación que importen se trata de entender el por qué de lo bueno de hoy ya no lo es al rato, al cabo de horas lo lindo es feo, las palabras de consuelo sonarán a mentiras de lástima, las caricias y abrazos tendrán el gusto de la conformidad, y la rutina, siempre andariega, tratará de convencer a las neuronas neuróticas que siga llevando la máscara de comprensión y que por dentro un vómito de inseguridad sea la sangre del corazón roído.
Mientras tanto hagamos como si nada, que el aura celestial siga entregando la calma a los pensamientos de querer fusilar tu pose; no es de mala, ni de persecuta, simplemente es para que te ahorres el trabajo de hacer que el tiempo pase desgastando ficciones de besos que no se sienten.
Pero...¿y todas esas nubes que pasan descontroladas adentro de tus ojos? ¿y todos los títulos de demencia que gané esperándote con explicaciones absurdas? ¿ y todas las oxidaciones de manos que reprimieron zamarreos incondicionales? Sin espantos las desconexiones no se impacientan, pero el codo de la Luna sale lastimado de tanto molestarla para que abrace a los sueños borrachos de catatonias. ¡Y qué madrugada asquerosa!: tu sudor de mentira, tus abrazos de silencios, tus brillos egoístas, tu respiración de libro viejo... Construís las oraciones con los miedos despojados de preguntas al momento en que las cosquillas empiezan a cocinar risitas tontas.
El aire empieza a esparcirse en forma mitológica y la asfixia es reparadora para la música que sale desde los suspiros de la Biblioteca que tantas veces nos vio escupir decisiones fetiches; porque ya el momento de crear se fugó para darse un chapuzón en la pileta llena de pasados inconclusos y objetos atascados que nada representan.
Y por eso, por retraída de no encastrar con las normas y reglas de obediencia marital te pincho con el alfiler que sujeta lo poco que queda del horror por haberte acariciado y te ahogo con la inocencia que hurtaste de los dolores.
Chau.

viernes, 4 de enero de 2013

Lejos

Agarro el papel y empiezo a llorar pastos húmedos;
y aunque Caracolina me susurra obviedades que fusilo con distancia,
sos palabra incomprensible  para el idioma de mi dolor.
Creaste un habitante de biblioteca que miente sintiendo
 sonoridades ambiente, levitando en frases que se cortan
con el aire filoso de kilómetros.
Nada es real salvo el pasaporte a Saturno para imaginar 
lo que es la ansiedad y sentirle el sabor a la espera. Lenta,
la indecisión acecha tus dedos que no corresponden  a mi
extrañar de sonrisas. 
Sos extensión de caricias ásperas que caen desde el árbol,
ocultando las intenciones de los brazos embarrados de silencios. Y  a pesar de no ver juntos cómo caen las hojas de los pies, calmamos
la sed de haber  desertado noches trenzadas.
Entonces: a compás rítmicos de desencuentros nos vamos
moldeando sin finalidad alguna más que un abrazo envuelto en amor.

(del verdadero)