miércoles, 19 de noviembre de 2014

vx

deducciones de frecuencias atoradas en resfríos
curados con té de limón fuera de punto y con bordados
de libros congestionados de amor.
así, o al menos fingiendo ser, caminamos en cuadrados
sin pisar líneas, oliendo dolores y pisoteando abrazos.

vamos siempre rápidos. como caracoles.
<3

miércoles, 12 de noviembre de 2014

.

La verdad es que el aburrimiento es facilísimo, aunque no llega con la facilidad de la depresión y de la angustia y mucho menos  la del insomnio. Pero el aburrimiento tiene esa  perseverancia propia de las falsas expectativas y logros y más aún, la de la continuidad de las ojeras.
-¿por qué tantos la la la la la la ????


nada.



miro la madera del piso. pienso fotográficamente.

y recuerdo que detesto las palabras escritas con final "mente" ...tendría que haber sido

....pienso de manera y/o forma fotográfica....

pero ya está....pensé en
 fotográficamente.


Pienso en lo que no quiero tener...

Y mientras todo desaparece  y la mayoría lo aplaude voy desangrando los cuchillos y miedos.


Ya te escribo.

lunes, 10 de noviembre de 2014

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Desgarrapatando a las palabras, las separo porque
me di cuenta que juntas no sirven o no cumplen lo que nombran.
No las entiendo. O vos no las expresás bien.
Por eso, aunque quede suspendido el beso y los halagos,
tijereteo algunas sílabas para que armes y digas lo
que no quiero palpar.
Curá al espanto de los demás.
Me fui.


miércoles, 5 de noviembre de 2014

Se que no lo escribiste pero soñé o inventé
que a lo mejor podrías haberlo dicho o dibujado y que
a su vez
las palabras que formaban un encargo para
el olvido
lloraban agitando los pañuelos al costado del
andén de la cama antigua.
A eso, que ni dijiste
ni dibujaste
ni escribiste
ni mencionaste
ni te enteraste
está acá, formando ojeras
y desvelos.
Y no vas a ayudar que las cosas mejoren
y eso es una gran alegría.
Porque nunca tengo y ahora aparecieron, de forma invisible, oraciones
para pintar con las acuarelas que ya se
estaban secando en el estuche de plástico.
Se que no extrañaste que no estuviera ahí,
destapando vinos, tirando cerveza, comiendo mandarina
y enchufando celos por todos lados. Se que todo no lo
escribiste porque tus pestañas largas no te dejaban ver
y los gestos de las fechas te ahuyentaban en cada abrazo.
Nacieron teorías de la histeria. un día. nacieron de tu olvido.

martes, 4 de noviembre de 2014

Srta Paz.

Su ropero se parece a un nido abandonado por pájaros hambrientos de vientos suaves y amigables; desarma la cama, da vuelta el colchón, lo corta, putea, desparrama la gomaespuma por el espacio y revolea el cuchillo contra la pared.
Retrocedo sin disimular hasta la ventana, sin dejar de mostrar un gesto de aprobación.
Se sienta sobre lo que queda de algo armado como casa habitable, mira con ojos de siesta-conejo e intenta hablar. Pero nada.
Respiro el aire que se cuela por el taparrollo mal colocado e intento demostrarle que la entiendo aunque en lo único que pienso es en lo cansada que estoy. Mientras tanto el cuchillo quedó donde cayó, no se mueve para nada, ni siquiera en estos intentos de demostrarme si tengo poderes telepáticos, o como se llame. Nada. Queda ahí.
La miro y está embadurnando de rímel sus pestañas cortitas. Entonces la repaso y me alegra no parecerme. Se cepilla el pelo feo, todo mal teñido, desparejo por los tijeretazos, como si jugar a la peluquera la salvara de la depresión. O lo que finja tener.
Estoy segura que tiene celulitis o piel de naranja, nosé bien cómo se denomina todos esos pozos que esconde pero lo otro sí, todos los demás males sí. O al menos cuando leo los prospectos supongo, imagino, que todo se debe a que se pasó la vida al pedo viviendo a costa del marido.¡ Sí lo habrá jodido cada minuto de existencia! Y ella siempre impecable. Admito que es lindo ver el desastre este: la tierra en los muebles, la alfombra con pelos del perro, el olor a humedad, el encierro mismo con esos tintes de nostalgia y las fotos sepia por todos lados resguardadas por rosarios de plásticos.
Intento cerrar las puertas del ropero, pero la ropa, su abundante ropa, no lo permite. Excúseme, todo esto está para tirar: me lo quedo. Lo voy a usar, total, la vieja esta ya no sale más a la calle. No por viuda, sino porque ya no tiene tanta plata. O voluntad de abrir la puerta porque es una cómoda.
De repente, bueno, no taaaan de repente, se sobresalta con un “ya sé” y sale al encuentro del cuchillo para empezar a levantar cada madera de la escalera. Es una ridícula pienso, pero con tal que se entretenga le doy la razón.
Preparo el té con variedad de panqueques coloridos y comienzo a meter cizaña con palabritas entrometidas pero siempre tan efectivas. “A lo mejor tenía a otra” “A lo mejor tenía un hijo, una familia paralela” “A lo mejor siempre prefirió a los animales” “A lo mejor jamás la quiso” Entonces ahí llora, y yo la abrazo. Y le digo, aconsejo, que con lo poco que le queda de vida empiece a pensar en sus abortos y en lo realmente sola que está.
Me gusta rebajarla. De recordarle la familia política que nunca la aceptó y la familia biológica de mierda donde se crió.
Siempre fue mala, malísima, me decía mamá. Tenía todo pero no compartía, era presumida de sus ojos celestes y de su porte de mujer. Así le fue, se casó a los catorce con uno de cuarenta, para seguir fingiendo ser lo que no era.
Me gusta verla con poquito pelo, con flacidez estomacal, con arrugas, con la mismísima miseria vistiéndola. Me gusta, porque pienso qué hago acá sonriéndole , ayudándola a que se empastille y entregándole diagnósticos e hipotéticas historias de por qué no hubo herencia para ella.
Y disfruto tanto su decadencia que es natural aceptarla, todo para verla y tratar de comprender lo que ni idea quiero comprender.

Pobre y estúpido padre mío.