Agarro el papel y empiezo a llorar pastos húmedos;
y aunque Caracolina me susurra obviedades que fusilo con distancia,
sos palabra incomprensible para el idioma de mi dolor.
Creaste un habitante de biblioteca que miente sintiendo
sonoridades ambiente, levitando en frases que se cortan
con el aire filoso de kilómetros.
Nada es real salvo el pasaporte a Saturno para imaginar
lo que es la ansiedad y sentirle el sabor a la espera. Lenta,
la indecisión acecha tus dedos que no corresponden a mi
extrañar de sonrisas.
Sos extensión de caricias ásperas que caen desde el árbol,
ocultando las intenciones de los brazos embarrados de silencios. Y a pesar de no ver juntos cómo caen las hojas de los pies, calmamos
la sed de haber desertado noches trenzadas.
Entonces: a compás rítmicos de desencuentros nos vamos
moldeando sin finalidad alguna más que un abrazo envuelto en amor.
(del verdadero)
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