Deprimente, con los abrazos enroscados en tu cintura
de distancias salvajes, es que estallo en flashes y zoom
obligados. Tus cambios repentinos van perfeccionando
las pestañas despeinadas que aún te esperan afilando
sus uñas pasionarias. Tantas vueltas, tantas temporadas
de tés hirviendo que quemaban el paladar y nos hacía sonreir
¿para qué? Para disolvernos como terrón de azúcar en la taza
perforada
de inviernos suaves, para levantarnos descalzos sobre la
tierra
arrinconada, para gritar tras la cortina del baño...para
decirnos, en metáforas,
que nos tenemos alejándonos.
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