duraznos aterrados de lamidas extraordinarias.
ciruelas que se atascan en la garganta y roja como
un tomate escupo semillas de zapallo. La sandía refresca
el delirio de entrometernos en nuestras axilas sudadas, y absorvemos
con ruidosas succiones los pasados alados de miedos
repentinos. encontramos un sueño, pero ninguno se hace cargo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario