te vi desayunando al otro lado de la mesa,
tironeando el mantel, limpiándote las manos
sobre el pantalón y sonriendo a mis ojos desde
donde brotaban ramas de árboles secos.
hablaste de la humedad y que estaba saliendo al fin el sol.
no contesté. no quería darme cuenta que esos eran
siempre nuestros diálogos. alguna vez fueron
interesantes, otras graciosas y otras me hacían reir
hasta que la panza doliera. tomaste el té de jazmín
y estornudaste semi dormido sobre el llanto que ya
estaba ahogándome.
maldigo cuando sin querer me rescatás.
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