jueves, 10 de abril de 2014

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El olor en el tenedor es similar al resto de tus palabras masticadas;
el olor en la almohada es el silencio del estornudo que corrió
dejando huellitas en el pelo;
el olor de tus ojos son tan aspirables que la realidad se recrea en momentos
de paisajes cambiados y aturdidos por el sol.
Los olores que bailan en mi cuerpo son tus torpezas vergonzosas.
Pero el  olor de la distancia es una palabra: deseo.

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