miércoles, 15 de febrero de 2017

Ayer no dormì. Cerrè los ojos desde las 6.28 hasta las 7.03 horas que sonò la alarma del reloj. El reloj bonito. Bonito porque vino con ese color verde agua y la hermosura es que era de mi abuelo. Aunque no duerma, y el cuerpo duela un poco màs todos los dìas, el ruido del reloj me gusta. Es inspirador. Esas campanitas se mueven, derecha-izquierda-derecha-izquierda.
Dejo ese ruido al menos cinco minutos. Esos cinco minutos gloriosos de chirrido. El chirrido que sòlo yo tengo el privilegio de escuchar y que años lo hizo mi abuelo. Mi vecino se fue a trabajar a las 6.
Volviò la rutina al barrio. O el barrio, quizàs, no habìa dejado la rutina, sino que yo estuve ausente pensando en por què no fui suficiente para vos. Ni  tan poca cosa puedo adjetivarme desde vos, porque ni un vaso con agua querès compartir. El agua. Siento el goteo sobre el techo de chapa. La chapa que me cortò el costado del pie y casi me desangro en la puerta de casa. Me dieron la antitetànica, me pusieron azùcar para calmar esa sangre que salìa infinita, me vendaron, hicieron torniquete, mi perro me lamió la herida y alguien lo espantò. Y a mi en ese momento no me espantaba la idea de desangrarme. Me espantaba la idea que jamàs vas a estar para cuando el cuerpo empiece a romperse.

Se me està rompiendo el cuerpo de a poco. Un poco es a modo de castigo. Lo privo de calorìas porque pensaba que eso te molestaba. Algùn rollito que tenìa de sobra. Despuès me enojè conmigo por pensar tamaña tonterìa. Pero de todos modos, el cuerpo se me està rompiendo. Las piernas acusan dolor detràs de las rodillas. Justo en las articulaciones de avance ¿què detiene la coordinaciòn y la sanaciòn? No se sana el cuerpo roto de un dìa al otro. Ese otro dìa. Esos dìas. Los dìas que pasaron y vuelven a aproximarse. Se aproxima màs el dolor punzante porque vos estàs pròximo a ellas y distante de mi. Distan tus propòsitos de la nada mìa. Y asì el cuerpo se rompe màs.
 Cuando entiende que tan fàcil sos de convencer. Que te convencès que tenès que asimilar la imagen pùblica de los otros. Los otros que son un instante en una foto y despuès el vacìo que no estàs viendo. Y ahì sos tan bàsico por no ver. Por no saber que esas reflexiones son citas de libros. Plagio de fotografìas. Repetidas las cosas. En pose de sonrisas. En una nube de mentiras. Son mentiras. Mentiras las nubes que estoy viendo ahora. Ahora tratando de estallar el cuerpo asì se desprende de lo que creò e inventò de vos. Que vos sos nada. Nada, con un poco de talento para algo y listo. ¿Hasta dònde vas a avanzar con la frivolidad y los gestos efìmeros de los demàs? Los demàs que no me importan. No encajo en tus amistades. Tus amistades que no sabès nada. Y yo tampoco. Pero no quiero màs amistades. Tengo libros, pelìculas, acuarelas, crayones, lapiceras de todos los colores, fibras, microfibras, muchìsimos papeles, creaciones en cinco cuadernos a la  vez. La vez. Otra vez. Otra nada. Pero cuando el cuerpo empieza a romperse te das cuenta què es lo que necesitàs de verdad.

Ayer no dormì. No duerno mucho. La verdad es que tampoco digo que sea desvelo o insomnio o alguna enfermedad. No puedo dormir si el libro que empecè a leer no llega al final. Esos finales que después de llorarlos o reflexionar, necesito verlos en otro formato. Busco ese otro formato. Miro la pelìcula. Preparo el tè. Saboreo el tè y anoto las cosas que se rescatan de esos formatos. Alguna vez, descubro ilustradores. Ilustran los olores que lo sensorial no te da. Ilustran las cosas que no estàn, detalles. Una vez un artista dijo "no leì el libro, me encargaron el trabajo y me guiè por el tìtulo" . Y fueron las mejores portadas. A veces los artistas de verdad tienen esas cosas que me enamoran. Percepciòn. Intuiciòn. Una magia  de creatividad desenfrenada. Una ilusiòn en trazos seguros. Aunque a muchos de ellos tambièn se les haya roto el cuerpo.
El cuerpo de mis artistas favoritos. Sì, son los cuerpos, pero terminan siendo uno. Sentirlos quebrarse. ¿Por quièn/es habràn llorado? ¿Lloraràn? Llantito inmaculado en mis pensares. Ese pensar que recuerda a los otros, otras y otres y demàs que decidieron finalizar con el dolor final la existencia.

Y reflexionè sobre còmo llegaste a ser el que le dio el dolor a mi cuerpo. Mi cuerpo que se està rompiendo por tu desdèn. Y no dormì muchas horas. Pero descansè lo suficiente. E imaginè que entrarìas a la lista de mis artistas favoritos que se quitaron la vida. La vida que dejaron con suicidios romànticos, rococòs y sublimes o con muertes absurdas pero no paradójicas. Quizàs en algùn momento pegue en alguna pàgina los dibujos que hice de vos. Y ponga fecha de la muerte. La muerte que no es tuya, sino mìa. Un homicidio con dolo. Donde ni siquiera necesitàs observar còmo vas rompiendo mi cuerpo. Sabès que sos bueno en herir.


Y aunque estè herida disfruto del chirrido del despertador verde agua. Porque cuando apoyo la mano en ese despertador verde agua, me doy cuenta que puedo aguantar lo insoportoble y que tambièn se còmo frenarlo.

Me pregunto, hasta el dìa de hoy, còmo fue que te dejè avanzar tanto.


Es amor me dijeron.
Y naciò una puntada en
el corazòn.
Es amor, repetì.
Entonces no quiero amor
y el cuerpo empezó a doler.
a romperse.

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