estoy obligada a mudarme,
mudarme de casa
y de cuerpo.
de las esperas que no quiero dejar
asì porque sì.
el incendio eterno, el mismo que apareciò en el verano,
se convierte en una visiòn que se va desvaneciendo
entre las luces de la calle y las diagonales cortadas
por nuestros abrazos que duermen.
los tuyos corren. los míos suben montañas.
es la velocidad del corazòn la que me dijo
que me acerque y hablara. y manifesté una discursiva
que para los comensales de noches
festivas
le faltarìa coherencias.
vi gestos que ignorè.
pobres ilusos, viven sin emociones y
sin el dolor del abandono. sostienen la
violencia de la hipocresía social, sonriendo
como si nada pasara.
en cambio yo lloro. y me lamento el perder amores y objetos.
lloro por no tener el otro libro.
por no terminar de leer
el que empecé en tu casa porque en esas horas vos dormìas.
. y te nombro. me hago cargo de
querer y que no me quieran.
eso me dijo el àrbol
cuando lo ayudaba a vestirse.
estamos planeando la resistencia de los sentimientos.
y voy a trepar las ramas que ese dìa seràn fuertes,
porque me deben caricias y abonos;
asì, sin necesidad de forzar
cerraduras, voy a entrar a la casa y llevarme tus libros.
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