martes, 1 de mayo de 2018



tengo frases que continùan en silencios
a ser completados por tu dolor kàrmico
que atraviesa el tercer lunar que tengo
al costado de la cintura.
(que no es el que està al terminar tu estrìa favorita
que nacìa de la entrepierna: un alga que haiga que
naida nada dijiste
_discutimos por el uso del aiga ahiga _)


tus errores de puntuaciòn o la ausencia
de los mismos, no sòlo al escribir,
sino en el hablar, me regalaban estallidos de hipòtesis diferentes
con selectas
elecciones. me divertía colisionar las respuestas.
te daba muerte en choques de autos.
lo hacìa tantas veces al dìa, que siempre
nacìa el impulso de llevarme a la perra,
cortar algunas plantitas y llevarme todos
los libros. pero no. estabas ahì. preguntando

¿te sirvo agua? ¿agua? ¿tè?¿cafè?
¿què?
acabas de chocar, quebrarte las piernas,
tenès un brazo amputado y vivìs con un brazo  biònico,
te fisuraste las rodillas.
¿què ? ¿agua? ¿en serio?
¿cafè? ¿tè?
si acabàs de dormirte manejando
y romperte la cabeza...
niebla, vos ahì, con cara de nada
y yo allà. disfrutando tus muertes.


te exasperaba que no contestara.
pero vos generabas cuentos en la cabeza.

a travès de los ojos de las paredes y de los
 vientos traducido por la velocidad
de tus piernas, me gustò  reconstruir
la sangre esplendorosa y gentil ausentàndose
fantàstica de tu cuerpo torpe de adolescente abùlico;
y desde ese pasado tu voz se manifiesta tan presente
incitando a salir del cuerpo a mi sangre  flechada.
en ese momento me hubiera gustado contestarte:

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