martes, 10 de diciembre de 2019

Mis ojos, tus labios, mi no sonrisa en eterna tristeza, tus gestos de demencia anunciada.
Es el sufrimiento del viento que ya no sabe cuál velocidad ser.
La manta ondulando en el océano de tréboles sacude las piernas; espasmos en las manos.
Hay un algo que chirría desde la madera, lo volátil de tus caricias raspando el cuello;
lija tus palabras que infectan el oído débil de infancia, así lográs que resurjan los
movimientos torpes; y cansado el cuerpo se tumba a un lado, dejando el alerta sin anunciarse. Hay tres lunas sonándose la nariz con tules de galaxias prenatales.
Un par de lombrices charlando de avances con dos cangrejos viejos y un libro sin señalador junto a la taza de té. La humedad de tu lengua ya es suave escarcha.
Elegís estar ahí, conmigo, sabiendo que la hiedra se te adosará y sacará tu respiración.
Es un ensueño,creés que la docilidad será un buen alimento para las palabras que nos abusaron.
Pero no. Ya intuyo que seremos otra espera a voluntad de terceros para ser quemada.
Lo sé, porque no hay buganvilia ni pasionaria. Sólo hiedra con dientes.


No hay comentarios:

Publicar un comentario