martes, 21 de enero de 2020
La perra lame los pies y salta. No se aleja. Volvì a sentir miedo, es xxxxx. ¿Ya volviste? Sigue. La lengua va y viene sobre el empeine, la empuja entre la unión de los dedos removiendo el pasto y siento cosquillas. Con cara seria trato de apartarla pero està empecinada y la quiero lejos porque necesito estar en descanso; aunque no es por las cosquillas, porque jamás hicieron que me rìa o dar esa sensaciòn (¿es exagerado decir deseo?) de esperar que la otra persona deje de cosquillear. No me hacen mal. Nunca supe lo que es rogar que se terminen.
Es una cuasi sesión "martirizante" dice mi prima, "exagerada" le contesta mi abuela. Pero sì. Sì. Por supuesto: muchas veces las fingí antes que confesar que no siento las cosquillas. Porque muchas personas las toman como castigo. Un enojo encubierto. Las cosquillas a veces tienen el lugar de una cachetada sutil con un te quiero después, pero sin sentir la violencia. Te hago cosquillas como amenaza. Hiciste algo que no les gustò pero no da enojarse y mandar todo al carajo: cosquillas. Se creen con control. Te corren y una tiene que escapar sin importar la geografía del lugar (no siempre privada, ni íntima) y gritar, y girar la cabeza para medir la distancia del oponente y además sonreír porque se supone que es diversión lo que està pasando.Y la verdad, yo lo siento un poco sádico. Que me corran. Que disfruten el chillido al devenir terror desde sus manos sobre mi cuerpa estertòrea y a merced de las frecuencias cosquilleras, y de toda la presiòn de su cuerpo para que una no escape. Que me dejen gritar sin que la persona sea amenaza pero sì alarma de lo que està por venir, tiene consecuencias.
Por suerte no las siento, no las sufro. Y disfruto,( hasta un poco me excita) los gestos del adversario en pleno ataque. Piensa que me puede.
"La perra es de mi novio" me dice después que le dijera que vos tenìas una perra muy parecida y que su nombre devenìa a ternura pero que ahora no sabìa por dònde andaba jugueteando y ladrando porque fue màs importante o valioso tu cancherismo.
Esa tarde supe que sus perras se llamaban igual y que tenìan las mismas restricciones y que le gustaban los autos como a mi pero en otros estados. Su novio estaba de vacaciones y vos de viaje. En la misma ciudad. Y mientras xxxxx entregaba su pancita para recibir caricias desde su cuello, quería irme a llorar desilusionada porque, despuès de todo, al final yo no te interesaba. Un destructor de detalles.
Pero cuando te describió no te reconocí.
Esa fue mi primera vez sintiendo cosquillas.
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