lunes, 15 de junio de 2020

Es que ahora juego a ser terrorista:

abrazo autos,  admiro el choque,

absorbo la humedad y vuelvo chorreando niebla.

Viento otoñal con reminiscencia a albahaca,
el aroma a la funeraria en pausa.

Todos los fluidos cadavéricos se dispersan cada vez que

me encuentro estática frente al ruido, al fuego ocasional,

al chirrido de la chapa, vidrios rotos, rastros de ropas

y una zapatilla al costado del tacho de basura.

Sangre. Electricidad. Antenas rotas. Retrovisores intactos.
Sogas. Un mapa de mentira. Música. Un labial.

  y yo, esperándote.

(Prometí una ofrenda)


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