Todavía, en cualquier vida, no usa espejos
¿quién se mira? ¿hay que mirarse?
Intentó clavarse cuchillos
creyendo que era visionaria ¿cómo son los ojos?
Se cepilla la piel, se humecta las piernas con algunos gestos de tu perfil sonriendo.
Quiere que tu deseo arda en sus
dedos y quiere deseando en un querer sin tiempos, además,
se excita por el sudor cayendo en su frente, en el medio de su cara, en la panza que se infla
y se achata en cada respirar exagerado, en los poros dilatados por tus palabras pronunciadas
en un delirio momentáneo de algo: porque tu sudor tiene gusto a lluvia.
Le dejás, en su piel, gusto a petricor.
Todo arde, y se agiganta en los días de rezongos por parte de los abrazos
que se reproducen al pensarte y quedan en espera para dormir.
y de manera incomprendida se hacen añicos en el diálogo cariñoso.
.descansar.