porque en los movimientos de los vientos perennes que
acariciaban los cachetes hirviendo de timidez,
y en el mientras tanto que el agapanto se mecía:
/hablaste/
entonces principié profanar las ramas, leer los brotes,
absorber el xilema
palpar las huellas de Cosimo y guiarme huérfana
en la confusión de tus acciones lapidarias.
ídem de poesía difunta.
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