viernes, 9 de marzo de 2012

MONZTHRUAX

Ayer; me reconcilié con el odio, con el macho cabrío de la oscuridad silenciosa y pasiva. Me reconcilié con su cuerpo, el de los brazos largos, rara cola, pies fuertes que sujetan a los míos; el de las manos invisibles que hace sentir sus tibias y frías caricias. Me reconcilié con su rostro, el de los ojos con bolsas de cansancios, de mirada triste y abandonada, de cejas parejas e invisibles al sol (a la claridad), de nariz fea, extraña pero suave, de labios frescos y armoniosos cargados de un dulce aroma a felicidad; ese rostro tan anguloso que lleva dos perfectas orejas con muchas y contadas vueltas como su vida. Me reconcilié con su pelo, tan negro para mis ojos ¡tan cascabel para mis manos! Me reconcilié con su ideal, ése que mucho tiempo nos mantuvo unidos, el de ir a un mismo lugar, ser sombra y espectro a la vez.

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