Cuando las palabras no me sueltan
sucede el olvido de las cosas que necesito y es en ese momento en que
recuerdo que en verdad me suicidé delicadamente la semana pasada. No
fue tragedia, como la de los cursis de Julieta y Romeo; fue raro:
temblé, sudé, estornudé, te miré, te odié, me alejé y además me tiré un
pedo.
Nada certero saber dónde estoy enterrada
(si lo estoy) porque todo es parecido, igual, repetido a cuando sentía
al cuerpo, porque la gente tiene la misma ropa que se exhibe en
vidrieras, miran de reojo despectivamente y están hasta las orejas de
cuotas prestamistas. Tranquilamente por las cosas que oigo podría jurar
que no morí; aunque sí.
¡Me duele tanto la
cabeza! Es el síntoma antes de la indisposición, espero que sin vida no
sangre aunque dicen que sí, y estos pelos ¡¡¡cómo crecen!!!
Dañada
la esperanza (ésa estúpida definición alimentaria que Pandora encerró
según las versiones de los machistas griegos que no creo) el corazón
boxea tus recuerdos galanes súper idiotas. Y rio a más no poder, ¡por
favor!, qué manera de reírme. La risa es un desarme, una sopa de letras
vencida por la estupidez siguiendo al flash de la locura que se
revuelca en el aire junto al vicio. Una pareja relajada. Es de ellos
que nacen las palabras que no me sueltan y es ahí cuando olvido y me
dejo arrastrar por impulsos adolescentes, aunque fetales parece la
definición más indicada.
¡¡¡Y ahora tengo
patitas en la panza!!! Se mueven, me agitan los deseos impulsivos de
claros, alborotan a los pechos que de a poco se inflaman de luz
mística. Cuando patean instintivamente apoyo las extensiones de ideas
al ombligo para escuchar la voz que cuenta historias de ancestros.
Aunque
no lo sepas tuve que sufrir, llorar, olvidarte a la fuerza y suicidarme
la semana pasada mirando tus ojos que no existen para mi. Tuve que
morir para que el río crezca y baje, para que las mujeres menstrúen y
se calmen, para que los pescadores se guíen y para que el mundo te
parezca a veces abrumador. También para que disfrutes noches hermosas.
Principalmente por eso morí, como te quiero tanto me suicidé para que
tengas noches hermosas y allá, en algún lugar cósmico, con mucho dolor,
parí a la luna.
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