jueves, 3 de mayo de 2012

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Las manos de él se atornillaban en el suelo húmedo mientras que las de ella arrancaban yuyos y pastos a causa de  la excitación. Los dos se contorneaban como sábanas colgadas en la soga. Hacían ruidos tormentosos, chirriaban los dientes  y al abrazarse con tanta fuerza se asustaban. De los cuerpos nacían sombras terribles que se proyectaban en el agua del zanjón. Sudaban a lo perro, con la lengua afuera, sedientos, hambrientos, desesperados, angustiados, felices.

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