Las
manos de él se atornillaban en el suelo húmedo mientras que las de ella
arrancaban yuyos y pastos a causa de la
excitación. Los dos se contorneaban como sábanas colgadas en la soga. Hacían
ruidos tormentosos, chirriaban los dientes
y al abrazarse con tanta fuerza se asustaban. De los cuerpos nacían
sombras terribles que se proyectaban en el agua del zanjón. Sudaban a lo perro,
con la lengua afuera, sedientos, hambrientos, desesperados, angustiados,
felices.
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