Daba vueltas el rubito en las neuronas escandalosas.
Olía a té el aire contaminado por las pinturas que tapaban
humedades alocadas de romper estructuras. Prácticas
tradicionales que se absorven en el libro del monstruo por
crear; diálogos que no prosiguen y nacen en
monosílabos. La cocina, lugar de encuentro, para los ojos que
se espían a través de la ventana abierta, suda ansiedad.
Sigue la bicicleta estacionada...como para acortar nuestra distancia.
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