lunes, 15 de octubre de 2012
El maloso
Cuchillada a los sentidos perdidos por la flecha atorada que cupido dejó en el último beso para mi, pero en muchos para ella. Siento el dolor crujiente de las costillas cada vez que los abrazos perdidos son para otro cuerpo de ocasión. Encallada la mirada en el patio donde pisaste por última vez al alma llorosa, es que ahora el iris trata de bailar música que no se puede desprender de tus sentidos y gustos penosos. Y se rompe el llanto perpetuo transformándose en veneno punzante para la panza acongojada a falta de caricias. Y nada, la pena se pasea como si nada, como lo que fue todo desde tus palabras: mentiras y falsedades, atajos ridículos, correspondencia obsoleta. Lo hiciste todo a propósito para reírte de los sentimientos que te buscaban cariñosos, para que las lágrimas inunden los libros, para que la vergüenza me vista en muchas ocasiones, y sobre todo para herirme. Y lo lograste.
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