Comenzamos en 3, 2, 10, 15,
67....¿comenzamos?.
Dale que el cansancio de la monotonía
hace que el espejo se rompa antes de que desee mirarme en él.
Apurate a vestirte y a bañarte los
antojos de lunas eclipsadas.
Sacudí los movimientos de calles
perdidas y de diagonales en construcción, evitando el quejido de la
bicicleta.
Subite a mi cabeza una vez y decime si
ahí hay restos de almuerzos y desayunos mal preparados.
La canción entrecortada hace que me
mires y trates de evitar eso que nació en el cuerpo por tu culpa ;
detallame ahora las dudas, adjetivá el bodrio de tu rutina plasmada
en las horas de miedos que duermen en la cama.
Animate a algo. Mínimo hacete cargo de
la fractura, del odioso saludo que traté de abortar y vos lo
acompañaste de abrazos dulces.
Tratá de darte cuenta de que el tedio
o el desgano (mejor expresado, la desilusión) de tu aparición,
logró que las tijeras avanzen en los pelos y los colores se
desparramen según la fuerza del Sol.
No soy insoportable, ni antisocial, ni
criticona.....bueno....un poquito....pero no se si sos capáz de
darte cuenta que tu pelotudismo sale desde mi nariz.
Tu musiquita ya está en todos lados
gracias a que soy una sombra tratando de volverse tornasol, queriendo
saltar los paredones de amplificadores, asestando bocanadas de
repeticiones y escalas musicales desafinadas.
Necesito ser un poco más moldeable que
los árboles que plantamos juntos y un poquito más alta que tus
aspiraciones de noches; ésas que con montañas de lujurias me
llevaste a vomitar y a escupir sensaciones que hasta ahora no se
repitieron.
Dale, apurate, que me estoy aburriendo
de la monotonía de ser esto. Eclipsame quince minutos o me suicido
entre tus piernas.
(O te quemo la música)
Ya está.
No elijas, porque ya decidí por vos.
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