Repetirte en escenas de miedo sin control y
caer abrazada a la lavanda que asquea con
su olor podrido. Demasiada agua en las manos
de la retama que reta a la caracolina babosa
en su tallo erguido de zarandeos. Ya no hay escenas
ni lugares donde podamos acomodarnos así seamos
uno los dos; tu pose cantadora duerme a los ojos que
no se sorprenden de las acciones. Y aunque el
presentimiento está vistiéndome, deseo sin desear
que tu música se meta en mi lengua para conectar
las sensaciones que las nubes empujaban a las manos
cuando me abrazabas.
Enviarás al aire sin pensarlo melodías que tiñen
las palabras que el cerebro discursea y aplasta
para que no salgan; pero el cuerpo acciona y ahora
estoy en la puerta de tu casa.
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