(https://www.facebook.com/mariajose.daffunchio) |
Es esa solicitud de falsedad arropada en la ropa de invierno la que desprende ramas de árboles y las estampa contra el techo de chapa haciéndolas sonar de forma tal que se crean meteoritos. Nadie las va a sacar de las alturas, porque nadie tiene salamandra para asesinarlas en los huecos hierrosos impregnadas de alcohol.
Aunque el sol suba temperaturas los silencios prefieren ver el frío y las olas polares de sus pasos arrastrados; según se puede intuir, es porque la sensación térmica y la humedad se complotaron para que se escarchen en un sitio y no se pronuncie. Al parecer quieren evitar terremotos de sonidos desparejos.
Por otro lado, la desconexión de los astros y el revoloteo de los planetas, no fue suficiente para que se aborrezca las cosas que se quisieron proteger con tanta ansiedad y caprichos bañados de miedos suaves. Nada es parecido a la respiración de esas jirafas protectoras que suman sin cesar contracturas a sus cuellos, agotados de ahuyentar conclusiones y pensamientos hilarantes con palabras de libros atrapados en las telas de arañas de las calles frescas que huelen a sandía seca.
Y entonces se producen momentos en donde se mastica de forma leve asqueando instantes en que nada es nada y en donde los objetos giran y saltan por todos los espejos mirándose las formas que jamás vieron y reconociendo partes cambiadas y nada originales. No encuentran cómo describirse, las palabras que no crujen susurran y otras corren y juegan a las escondidas.
Todo se transforma en escarcha. Y el diálogo dispara frío.Y el silencio gana presentándose en su inmovilidad sin generar siquiera alguna certidumbre.
Pero...¿Quién duda eso?
No hay comentarios:
Publicar un comentario