Se desdibujan las cuestiones que perforaban a las
lapiceras con las que las plantas se dibujaban flores
hermanadas en silencios distanciosos.
La chapa tibia era el pelo de la sombra que chorreaba
de las semillas postradas en nuestros vaivenes.
Una mueca tu invisibilidad y un suspiro mi espera para
saber si te gusta cómo vomito el miedo a perseguirte.
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