miércoles, 28 de diciembre de 2016

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Dos dìas: Cinco horas de sueño.
Casi veinte en tren, colectivos y subte.
Otras tantas caminando.
Dos noches raras.
Las ausencias del pasado retomando el diàlogo
y vos ausente en palabras. En todo. Pero no en las demàs personas que me cuentan como si me importaras. Como sino tuviera otra cosa de què hablar.
Estoy ocupada buscando alquiler, digo, para  evadir la incomodidad de aceptar que te burlàs de mi; entonces
dejo que se vaya la mente y en
una diagonal que acorta calles, veo que  la basura de alguien resulta reliquia y
trae el olor al verano y tardes con la abuela midièndome el cuerpo.
Ella con sus vestidos abotonados por adelante y con una cinta al tono cortando la cintura, està haciendo moldes, retàndome para que deje las tijeras, "las desafilàs"  me dice. Y yo la miro sin decir nada, con los cachetes colorados. Sentada chinita, tocando las telas, eligiendo los colores. "la abuela se enojò"  què dolor horrible era.

Me siento sobre el cordòn para estar màs còmoda y explorar las cajas llenas de cosas;  pasa la gente que baja del ùltimo tren.
 Miran. Y las miro.
Siento  al pasar los diàlogos recortados. Me desespero por no encontrar a tiempo para anotarlos. Me piden fuego. Les regalo el encendedor.
Intentan devolvèrmelo.
Digo que no. Que siempre tengo dos.
Los ignoro y estornudo por culpa de los tilos.

Guardo en la mochila parte de alguien que no se quièn fue, pero que en 1946
hizo moldes en miniaturas que pegaba en un cuaderno. ¿Alguna vez mis cuadernos, anotaciones, libretitas y papeles donde escribo tendràn la misma situaciòn de calle?
Fue un flash darme cuenta de eso, todas mis cosas tienen que tener fecha. No es de nacimiento ni muerte.
Ese dìa: eso.
Lo mismo que con todo.
El miedo a la continuidad abandònica.
La traiciòn de las tintas y las palabras.


((((((Que sea momento.
Aunque algunos desearìa que fueran continuados. (y me acuerdo de la poesìa de Arenas que habla  acerca de los deseos y demàs, me enredo un poco sin saber si me hacès bien o mal)))))))

Un combo que decidì llevar hasta la casa que ocupo por docencia.
Y ahora, mientras  juego a vestir las nenas de papel con sus diversos vestiditos (tambièn de papel)
me doy cuenta el para què se alejan y el para què vuelven los diàlogos.
No tengo a nadie que perdonar.
las peores heridas me las hice yo.
Y tu abrazo, ese abrazo rogado ya evaporado, me despertò.

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