viernes, 20 de enero de 2017

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abrazada por el petricor
se imaginò desnuda
hundiendo los pies en el barro
limpàndolos en los charcos.

quiso volver a sentir esa
sensaciòn que los pastos
altos le dan al cuerpo.
un cosquilleo relajante.
una caricia rasposa
como lengua de gato.

de vez en cuando los
ojos cerrados se le deben abrir
ante el peligro
de los cardos. las espinas
causan un dolor indeseable.

siguiò imaginándose desnuda
caminado bajo la lluvia,
divisando a lo lejos una pequeña
luz.

una casa abandonada, la preferida,
en las afueras del pueblo.
custodiada de alambres de pùas
ya abiertos por todos los cuerpos
pasantes.

el piletòn grafiteado y garabateado
està preso de un gran cartel que dice
 "se alquila/vende"

las ùnicas alarmas son los animales sueltos
de las casitas que estàn a veinte cuadras.

son  patos,  pavos,  gallinas,
de cada uno de ellos tiene una pluma
en las piernas.
los caballos andan sueltos, corriendo
desaforados cuando aparecen los perros.

se siguiò imaginando,
 por el camino barroso;
no siente el frìo; la humedad del setenta por ciento
 con los treinta y ocho grados, son suficientes para
que el pegote y el sudor los pueda percibir
a pesar de la cascada lluvial.

se imaginò que harìa rutina:
sentarse en algùn escombro, mirar y tratar de
recordar para siempre los dibujos de los azulejos
antiguos. Intentarà sacar alguno sin resultado positivo.
buscarà carbòn y dibujarà saturnos y caracoles....


pensarà absurdos
y llorarà.

porque ni en un viaje imaginario puede
encontrar consuelo
ante el inminente  abandono.

(tambièn imaginario)




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