Me cruzo de piernas por diez minutos, luego las estiro.
salgo detràs del escritorio y camino un ratito.
riego las plantas, mientras hojeo las oraciones borrosas por la distancia.
vuelvo al primer lugar, sacudo las migas de la silla.
sonrìo despacito, para no
herir a los mùsculos que hace tiempo no se movìan.
ahora sì, la sonrisa es de un: lo sabìa, me parecìa, era obvio o algo de eso.
tan evidente lo que ibas a hacer que ya no me sorprende en nada.
sos màs de lo mismo. actùas como los tips bàsicos de manual.
machito de nada.
ahora, despuès de lo que hiciste, se que habrà un pròximo nivel en
donde voy a llorar un poco màs, hasta que los sentimientos queden envasados al vacìo.
¿por què me desprecio tanto queriendo esas cosas, prototipos de palabras en
boca de personas que sòlo saben mentir o usarte como algo desechable y que
gustan de las frivolidades de apariencias y falsas seguridades?
se merece nuevos cuernos, me dijeron. y no hablè.
pero algo se jodiò en el estòmago.
me voy.
llego a casa y
me siento en el patio, tomo tè y como galletitas naranjeadas.
pienso que triste sos para los demàs y para vos mismo y no saberlo.
tu ego te queda mal y es el chiste fàcil
de cualquier conversación.
siempre de los amores ajenos ligo algo colateral por culpa de su pasado.
ahora sì.
punto.
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