miércoles, 1 de febrero de 2017

soy tan vulgar en mis sentires;

aunque te vea de reojo y estè ausente
en la charla y no sea parte del entorno,
mis mejillas van tomando color rosado
hasta volverse un rojo tomate.

el leve sudor tibio que nace en la
palma de la mano logra que la pequeña
fuerza que alguna palabra tenìa para asomarse,
vuelva a recostarse sobre la vergüenza.


el temblor ligero de las piernas se aferra
abrumado sobre el pasto recièn cortado.

todos nadan, se empapan, se salpican,
se sonrìen, se hablan,  se cuentan novedades
de vacaciones.

y mis brazos en un intento de saludo
se zarandean torpes. no se entendiò.
nadie responde. nadan crol.

apreto contra el pecho al libro en un
tono de caricia exagerada
y busco la puerta de salida.

me voy. con las mejillas coloradas,
con palabras atoradas, pero con
la simpatìa de tu desdèn veraniego.

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