y entonces cuando leì tus palabras
supe que estabas lejos.
porque todas las cosas que contabas a modo de
chiste
mientras aspiràbamos frìo y noche, eran mentiras.
ya, cuando una traducciòn de tu cuerpo,
le hablò en la madrugada a mis ideas,
todas las risas que nacieron en desayunos
o en maratones de ausencias,
comenzaron a sonar, en el recuerdo, fingidas.
creo que mejor te considero una mala
pesadilla. me alejaste.
despierto y me entero de tus burlas.
me dejaste el cuchillo clavado en el cuello,
tu violencia simbòlica no hace bien.
y las lecturas que me regalabas, ahora supe que
falseabas disfrutarlas;
son astillas en mis manos cada vez que tus
gestos aparecen en pàrrafos.
y de momento,
no se pueden posponer las horas
para entender por què solapaste lo burdo que sos.
el fin ya lo diste.
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