viernes, 11 de agosto de 2017

Los sueños no son ficciones, son realidades espaciales que de vez en cuando viven en este tiempo, acà conmigo.
A veces me dan ganas de condimentar la comida con ellos y convidarte un poco de fantasías cocinadas a fuego mìnimo. Pasar por tu casa y dejarte en un taper un bollito de amor espolvoreado con abrazos.
Cuando estoy triste corro, chocàndome cuerpos que atestan las veredas, hacia el cartel. La luz fosforescente me transmite algunos recuerdos. Las caìdas en bicicleta, las imágenes impresas en las nubes que desfilaban ante nuestro espanto de encontrarnos. Lo màs parecido a verte es soñar.
Por eso, muchas veces, las causalidades te nombran, y no sos ni pesadilla, ni realidad, ni sueño, ni descanso. Muchas veces el insomnio tiene tu nombre; y lo decoro con lucecitas, guirnaldas y besos que primero se estampan en la palma de la mano y el viento los desprende.
A veces salen todos juntos y se rompen antes de llegar. Ahì, es cuando ese insomnio trae un dolorcito a queja porque no hay palabras nuevas desde vos. Pero cuando salen tranquilos, sin competir, van sigilosos, y se estampan tan suaves que seguro no los sentìs. Recorren kilòmetros sin perderse.
Algunas noches vuelven. Y es cuando toca reflexionar los para què. Si esos besos eran creados para vos. Esas madrugadas, con cielos rosa chicle, turquesas y ventosos, son las màs lindas.
Los kilos de frazadas me dejan inmovilizada, y pesan tanto como esos abrazos que a veces me dabas al dormir. Los tengo tan presentes para abrigarme que hacen transpirar la cintura.
Siempre que pienso en vos es como estar soñando. Y cuando llueve, el agua tiene gusto a mandarina dulce. Se te pega al cuerpo la lluvia y por eso ansìo besarte. Tus besos siempre tuvieron gusto a fruta fresca. A veces hasta a compota pasada de azùcar. Y me paspaban la pera por la melaza. Hay dìas que despierto y me arde. Algunas veces hay sangre, porque tu barba incipiente raspa. En esos sueños trato de no sentir nada. De pensar en lo lindo de tu cercanìa.
Verte a vos, pensar en vos, soñar con vos, es mi realidad. Y cuando los sueños explotan , es cuando se desparraman por todo el cuerpo, me hacen cosquillas y me desarman la estabilidad.

A veces trastabillo, otras, las màs, caigo al piso sin reacciòn.

Cada caìda es un sueño que se rompiò.

Y de manera invisible, junto con risitas (sacàndole la tierra o la mugre que se les pegò del piso) las partes màs divertidas de esos sueños. Llego a casa y los cocino.

Ojalà algùn dìa puedas comerlos.

Y empieces a caer.

Asì puedo saber, que tambièn me soñàs.












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