miércoles, 25 de octubre de 2017

al principio culpè a la miopìa por no poder
distinguirte en habitaciones asustadas de machimbres rotos;
que hacìa equivocarme de tiempos y calles, de nombres
y datos estampados en las manos,
de pinturas espesas y de marcos descascarados.
desde entonces,  los colores en la casa empezaron a caminar
màs opacos porque vos no los respiràs. no te animàs.
no entendès.
no llegàs.
no querès.

la cama està tendida con credenciales austeras,
las sillas son mareas de aguas calmas que tragan a quien
ose sentarse en ellas. mesa no hay. no hay cubiertos ni
ensaladeras para mezclar las palabras que se encierran
en el baño y se esconden tras las màscaras de la luz que revienta
a causa de la humedad que exhala la ducha.

¿quièn naciò en vos cuando decidì buscarte y besarte?
porque desde ese final fui niebla que siempre encuentra
brotes de heridas bàsicas, invitando sin querer a las penas que, las
muy felices,
apuñalan tu crueldad de olvido
mientras cenan vomitando esferas de nostalgias construidas
en vuelos sin consentir .

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