jueves, 22 de marzo de 2012

podredumbrex

Triturada la última palabra nada queda salvo aguas estancadas reproduciendo bichos considerados indeseables. Las soluciones no aparecen, sólo  el olor rancio del espejo traidor. Los otros, los demás, los nosotros extendidos, lucran con la tartamudez de nuestros gestos. Vamos hacia el paredón, la distancia nos apunta y nosotros gritamos ¡fuego! Somos unos tarados. Unos reverendos estúpidos. Envueltos en incertidumbres.
Llenos de perfumes asquerosos nos buscamos a tientas, viéndonos con los ojos del viento que nos mece. Aterra el vaivén desenfrenado. Pero olemos como nunca, afinamos nuestro olfato y detectamos hipocresía. Personas necias que nos abrazan, nos aconsejan, nos inyectan de dudas; nos clavan sus dientes de cartulina, sonreímos pero fingimos respeto. Sabemos que nuestros dientes careados ganarán una futura batalla.
 Ellos se creen mejores, pero  nosotros mordemos la manzana y nos volvemos cómplices de una nada que se erige en cimientos musicales. Apenas nos movemos, reos de respuestas inesperadas. Empeñados seguimos bostezando. Sin dormirnos del todo. Sin abandonarnos.

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