miércoles, 15 de mayo de 2013

Amoricidio

Reflejaba el sin tiempo corazón la espera adornada de caminos cruzados por palabras aladas que se volaban al primer suspiro; y no pestañeaba por su cansancio guerrero de querer cubrir a las excusas que se exponían tan evidente ante el laberinto de favores.
Sin gestos, sin razones, sin nada más que una nulidad mental, decidió sin saberlo callar el llanto que tanto le molestaba para mover los brazos y extenderlos hasta el cuello del árbol que estaba  recostado en el sofá con el café ya frío.
Hubo movimientos sin destrezas porque el miedo rondaba convertido en distancia tan contento porque no se unan, festejando la separación, sin darse por enterado que igual seguirían queriéndose sin poder decirlo.El miedo amarró la verdad y no dejó que el amor nade en las hojas librescas.

Pero ella, ojitos de corazón,amanta del amoricidio igual olía la madera del ser inerte, lo poseía descascarándolo con los pies, sacándole la humedad, expropiándolo para su patio desprolijo. Lo escupió, lo besó, le lloró, incluso le rogó que le despojara los besos golosinas que eran suyos.

Afuera, en el exterior de ese otro mundo de cosas que se deseaban, el clima se alborotaba, la lluvia nacía, el sol no aparecía porque aún estaba con resaca, la Luna  nada quería saber y el cielo que prefirió fusionarse con la gran sombra del Universo.

Entonces estaban ellos, en el sofá, encerrados en la tentación aterradora de fracasar en la despedida ¿la hubo en verdad?.


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