todo en la cabeza empequeñece
pero el vèrtigo crece
y el sudor cae en gotas
por la espalda
sin refrescar.
cuarenta grados o un poquito menos,
el invento de la sensación tèrmica
que utilizarè a mi favor,
dice que no es un dìa para encerrarse
en una habitaciòn desbordante de virus.
el olor a perfume hospitalario,
la anestesia,
los medicamentos que siempre detestè
las agujas, gomas que aprietan y la friselina
simulando ser escarpines.
todo asquea.
los dolores,
los quejidos,
la falta de recursos,
las ausencias.
y me fui. con dos amigos imaginarios
a admirar los cables
y a seguir sus tendidos.
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