martes, 16 de mayo de 2017

hoja nùmero 6 . cuaderno violeta.





Y todavía escucho las risas. El ir y venir. El mirar. El relojear. El intentar disimular. Unos estúpidos.

Re básicos pero despreocupados. Con la cabeza barrida de cosas malas.
La reacción tuya fue:
“Entreguen el cartel buachos, queremos el cartel” algo de eso era. ¿Íbamos de la mano o íbamos sùper conectados con ese sentimiento de arrebato que las luces nos daban? “Dennos algo, las luces, las luces, una tira de luz” y la imagen de actuar que los dedos eran armas. “Queremos el cartel”. Todo impostando la voz.
Y reír. Reìr aunque era de noche, tarde, en calles turbias y sentir que nada importaba. Reìmos.
Me hacìas reìr. 
Reì.
 Reì mucho.
Todavía cuando escucho lo del asalto me tiento. Paso, miro y no disimulo el creer que podrìa ser.
Meter el cartel en la pieza, en un cuarto. Una custodia compartida de algo que nadie quiere y que seguro le molestarìa con tanta iluminaciòn. Pero a los dos nos viene re bien. Vos, porque necesitàs algo de luz siempre  y yo, porque estando sola duermo con la luz prendida. 
(Si duermo)
Pero en todo caso, tengo gran porcentaje sobre èl. Es mìo. Sòlo fue un compartir.

Pienso en eso y me calmo.

Pero eso de reír adelante del negocio. Caminando ida y vuelta la mitad de cuadra. Poniendo cara de serios. Intentando disimular lo que ni idea.
Y seguir riendo. Eso nos daba gracia.
Y sòlo me daba gracia con vos.


Algùn que otro detalle le encontramos. Y lo registrè en el cuaderno este.

Ese dìa, alguien (presumimos cadete heladero) sale con un tarrito de cuarto. Un delivery que nos dio màs risa que la propia boludez nuestra de estar casi hipnotizados sin hacer otra cosa màs que caminar esos metros. Queriendo algo que muy bien no sabìamos pero que sin dudas necesitábamos.
Yo desde hace tiempo y vos, por el contagio del momento y el alcohol, un poquito tambièn.

La decisión para disimular el estar por horas ahì, fue comprar una cerveza, aunque el frìo estaba haciendo de las suyas. Otra cerveza màs. Asì podìamos cruzar la calle y observar esa fluorescencia que què se yo.

….......
Volver a cruzar.

Vos en mangas cortas y yo con tu campera a rayas; que me quedaba muy suelta, enorme, y màs larga que el vestido floreado demasiado corto porque durante la jornada hizo mucho calor. Unas estampas que no daban ni ahì en combinación. Unas ropas que no iban con el dìa y con la hora. 
Y quizàs con nuestras caras de sospechosos y escudriñadores a la vez. Caras de anonadados y risueños ante la incertidumbre repleta de emociones què ni sabìamos si eran emociones o què.
Sacamos foto a la remera “ni un paso atràs” pero no fue gracioso.
_
fue el momento de reflexiòn
_

Hasta que el empleado nos saludò un poco nervioso o asustado.
Fue el aviso que tenìamos que parar un poco.
Rescatarse.


Frenar. Un basta.

El ùnico dìa que intentamos hacer algo.
Despuès nos fuimos de ese nosotros que jamàs existiò.

Ahora avancè casilleros. Casi estoy por llegar a una sìmil.cuasi revelación.

Y aunque imagine y ensaye el diàlogo ....nada.

 No rìo. Nada me hace gracia.

Es casi una preocupación.

Entonces  tuve que volver, sola, a retratarlo para observar en detalle la parte màs eclèctica.

Y ahì tuve otra señal màs del neòn.

*apuntes del dramor*

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