viernes, 14 de julio de 2017

5

Todo esto està un poco mal. Bastante. La luz hace un ruido anormal y me preocupa que se incendie. No me disgusta. Para nada. En el fondo y en la expresión de mi cara se nota que quiero el fuego. Quedo guardiana horas, observando si nacen chispas, si el olor del plástico quemado llega hasta mi nariz; atenta. Estoy atenta con sòlo dos sentidos: vista y olfato. El tacto lo perdì hace un tiempo entre las paredes de tu casa,  el gusto, ciertos gustos me dan alergia y el oìdo no funciona bien. El izquierdo, està perforado el tìmpano. Fue un dolor tan agudo que despuès de años me  di cuenta que la desilusiòn se siente algo asì, pero se puede seguir. Rompièndose de a poco por decisiones ajenas. Cada avance viene con un desgano. Con un plus de resentimientos.

El viento de ciudad no tiene tanta humedad; pero el viento de ciudad tiene respiraciones tuyas. Eso incomoda un poco pero alegra mucho ¿Sabìas que se de vos un poco y que vos nada de mi porque el viento que te tirò la maceta me contò lo que hacès? Y es el mismo viento que se encarga de mover el cable relleno de luz. Atònita, imagino la secuencia del desprendimiento. El del cable y el de tu pasado. El viejo y conocido viento. Que da frìo y sin necesidad de instalarse sabe llegar hasta nuestros huesos. A vos se te instalò en el corazòn. Sos portador de frìo y yo de fuego. Y renunciè a las tormentas de calor para no lastimarte. Y vos tiraste frìo en mis pies, sabiendo lo que duele.

Con las manos en los bolsillos, tirando aliento a la nada para mirar los resoplidos en formas de  nubes, pienso en los ciclos del agua. Què triste no salir de esa. Soy una observadora participante de tu desmoronamiento. La luz titila con demasiada fuerza. Alguien trae una escalera. Son dos tipos con una escalera. Un tercero aparece desde la ventana. La gente pasa como si nada. Yo sigo atònita. Con miedo a que se dañe lo que me imanta.

Pierdo el equilibro porque estuve demasiado tiempo de pie. Siempre me caigo. Incluso sentada, tengo la tendencia a tumbarme hacia algùn costado. "Es por la sordera" me dijo un especialista. Si nado de espalda jamàs voy derecha, agarro para uno de los lados y mi cabeza golpea con los bordes. O con otro cuerpo. Y mi falta de reacciòn hace que todo sea màs incòmodo. Incluso las disculpas. Siempre tengo que estar pensando que tengo que estar equilibrando el cuerpo. Con vos no lo hice ¿Cuántas veces caì? ¿Cuàntas respuestas absurdas te dije? y ¿Cuàntas veces sonreì de forma falsa porque no entendì nada?

Vuelvo a mirar el cartel. La luz fosforece de màs. El que creo es el dueño del lugar se percatò de mi presencia porque vi cuando el empleado le cuchicheò algo. Supongo que ya no paso desapercibida. Siempre digo "hoy no paso, sòlo hasta cinco veces està bien". Y llega un momento en que la cuenta se perdiò. Es como hacerme cargo de una dieta, de tirar las dudas, de proponerme ser segura en algo y despuès titubeo como la màs campeona. "Hoy te paso a visitar y te trato bien" Al final no paso, y vos me tratàs mal.

Miro las entradas para el recital que falta mucho, pero soñè con vos y querìa invitarte. Lo hice en sueños. Me rechazabas. Nada nuevo. Siento una tos. Es otro empleado del lugar, que hace señales a los que quedaron sanando la luz. Una hoja brillante està dejando de funcionar. Me da miedo. La tristeza invade bastante los pensares. Hago juramentos que no voy a cumplir o a los que voy a rebuscar la manera de desvalidarlos. Pero hago juramentos para que al menos la hoja no pierda su forma.

Cierro los ojos y balbuceo. Supongo que algo en voz alta dije. Cuando me percato que miran mis palabras, doy media vuelta y me siento en el piso, apoyando la espalda contra la pared. Hay una persona durmiendo, le dicen "en situación de calle" para no mencionar el origen social de ese todo.

Pasa una conocida de una  conocida y me pregunta què hago. La miro incrèdula. Digo que espero el micro para ir a tu casa. Me contestò que tendrìa que estar del otro lado. Le contesto que con razòn todos los choferes me decìan algo de la calle. Sòlo exclamo un ¡què boluda! Y trato de seguir los movimientos de luz. No me paro, sigo sentada con cara de nada. Hablo de vos como en la secuencia del sueño. Le dije que no ibas conmigo al recital y que si querìa la entrada. Me dice si vos no te ibas a enojar. Le contesto "que se curta".  Un escalòn de la escalera se rompiò. Creo que nadie se lastimò. Pienso que la apariciòn de esta piba me sirviò para disimular mi escudriñamiento, pero tambièn en que no tuve el mejor diàlogo. Tengo que decirle que le contè el sueño que tuve con vos y no la realidad que tengo con vos. Pero decido que no. Pienso que no vas a entender nada. Y està bien. Porque no me vas a escribir para saber, tampoco vas a preguntar a alguien por mi y menos a la piba que tambièn es conocida de un conocido de un conocido tuyo. La piloteo bien, pienso como cierre.

Al final me dice que la banda mucho no le gusta. Le digo que a mi sì, pero que justo a ese recital no tenìa ganas de ir. Miento. O mejor expresado, aprendì a usar tus excusas. De repente una luz fuerte de dos segundos nos alcanza.  Tengo ganas de contarte lo que pasò, pero ya no estàs. Y ya se que cuando sea el momento de decìrtelo  me vas a mirar con ese gesto automático  de sorpresa  que no se si estàs sonriendo o si va a caer una bomba atòmica y no podès decirlo porque sos respetuoso y no interrumpìs la conversaciòn.


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