lunes, 2 de octubre de 2017

Tosì hasta el extremo de pensar que morirìa ahì mismo, atragantada por unas gotas de agua caliente sarrosa. En cada tos sentìa el aire que ahogaba y los ojos llorosos, los cachetes inflamados y las manos queriendo actuar pero sòlo manoteaban el aire, rozando la cortina verde espantoso, decorada con hongos ya negros. Cuando todo ese espanto pasò, la sensación de muerte bailò en mi cabeza. Pensè que si de verdad morìa iban a encontrar algún calzón sucio entre la ropa limpia, algunos folletos con  ofertas y muchos tickets de compras. Entonces, como medida principal del dìa, despuès de terminar de ducharme, tendrìa que eliminar esas cosas que me rodeaban y confirmaban lo patètica que era.
Tengo una teorìa, entre muchas:  necesito analizarme segùn las compras que hago en el mes. Por ejemplo: en agosto consumì 15 cajas de arvejas, 20 de garbanzos y 10 de lentejas. Un total de 8 kilos de zapallo anco, 1,758 de zanahoria y unos 4 kilos de tomates. Tambièn 14 paquetes de tostadas de arroz clàsicas Ser, que segùn recordarìa, un total de dos paquetes se humedecieron. Consumì un paquete de 500 gramos de Polenta. Siete Savora de tarrito, 15 sachets de 250 gramos y 8 de 60 gramos. Eso serìa el ranking del supermercado. Cuando analizo la dietètica es màs divertido. Despuès, la facturas de los Libros mejor no verla. Ahora llegò la de un cuadro que tendrìa que ir a retirar muy cerca del Barrio Chino, lo que serìan unos tickets muy Kitty.

Luego de toser y volver a la calma, sin dejar esa sensación de paso al otro mundo o en el estancamiento eterno de este, sincronicé razones para las cuales sonreìr un poco. No llegarìan. Con porro sì. Y en demasía.

"La gente quiere fama" dijo una amiga una tarde donde el calor era perfecto, el cielo sùper encapotado y los barrenderos unos pichones de agentes encubiertos con muy mala actuación. Contamos la cantidad de estatuas que habìa en sòlo esas cuadras que miràbamos. En nuestros pueblos, el monumento a la madre, era el lugar o el punto de encuentro para lo que fuere.

Y acà, la paradoja, de estar abortando.

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