jueves, 7 de diciembre de 2017

De verdad. Voy a pasarte la lengua. La voy a arrastrar lenta, por tu cuerpo; sòlo por esos lugares en donde tenès lunares, manchitas y objetos desconocidos. Veo una constelación de imperfecciones que necesitan dibujarse con la saliva seca.
_Como la baba de los caracoles cuando ya no estàn pero sabès que pasaron_ decìs con tono de seriedad.

Estàs seguro de tus palabras. Las tiro cuando te respondo: una babosa tambièn pudo haber pasado.
¿Sos babosa o caracol?
Soy quien arma nuevas constelaciones y luego las hierve a punto de otoño desvariado.

Hay silencio.
La cortina de madera no baja ni levanta. Quedò a un cuarto de cerrarse. Està trabada. Està asì, y a los gatos del barrio, los pajaritos con calor, la basura de la calle,  les conviene. Entran y salen. Pero yo, cuando no me ves, cierro las hojas aunque me cueste abrirlas despuès. Sòlo la izquierda, que tiene la bisagra trabada.

Creo que tenès una multitud de errores andando por los  brazos. En el cuerpo que va hacia donde quiere ir pero no te da la cabeza para seguirlo.
Sì, todo bien. Mostrate hacièndote el disimulado, buscando que te mire, te inspeccione, y te hable. Pero te falta entender que no lo voy a hacer. Te toca a vos. Es tu turno ¿No te alcanzaron los nuevos planetas que dejè orbitando en la casa que ya no es tuya? ¿Y què hiciste con las palabras que te escondì? ¿Los libros? ¿Mi pedazo de sol sobre tu pelo quedò atorado en la canaleta que bajaba mal desde la terraza hacia el tùnel donde escondì las golosinas?

Otra vez la misma poesìa, sin traducciòn, apareciendo con la intenciòn de borrarse. Irse del todo al papel para seguir paseando en tu mochila. Otra vez la misma pelìcula con la contraseña que te resultò simple y a mi no.  Papas con salsita criolla, chistes que en verdad no lo eran. Tu falta de credibilidad. El chequeo de todo lo que decìas. Se me iban un poco los dìas sin saber que el centro de la òrbita era tu inseguridad. Tu actuaciòn. Sostener un rol ante los demàs.
Y asì empezò la herida. Ofreciéndose.
Podrìas haber guardado el filo de las palabras. Pero tu falta de confianza quiso que me desangre.

Muerdo los dedos, hay indicaciones sobre los planos de rotaciòn, la galaxia està reventando por los instructivos de tu cerebro, impulsado por el calor y el miedo de la conducciòn y movimientos de mi lengua. Gotean las lunas, hay parpadeos de abandono, un barco que vuela y aterriza con gusto a sal en tu espalda y de un bocado lo trago. Vomito un menjunje de otoño comestible, pero mejor, por su bien, decidimos envolverlo con papel film y al congelador. Te olvidaste de las cosas lindas. Las rebozaste de orgullo y cobardìa. Y apagaste el neón para hacerme llorar.

A vos se te van borrando todas las cositas esas y sòlo te van quedando mis constelaciones en tu cuerpo. Por ahì, por allà, por todos esos recovecos. Por eso, aunque tus palabras fueron un abuso de la verbalizaciòn, y vos no quisiste hacerte cargo de ellas, tu cuerpo caminò hasta mi lengua.

Y te quedaste ahì. De pie.Actuando con falso disimulo. Mientras la saliva me chorreaba por los pies.
Un viaje de noche humeante, en donde vos dudaste y yo seguì dolosa,  con la herida ardiendo.

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