sábado, 19 de junio de 2021

 cuántos  faroles de sentimientos fueron trozados al momento friki

ocurrido en el flash de segundos terminales y acuáticos sobre ese cielo o mar carrocerístico

(tal su tonalidad de nocturnidad con oh de asombro futurístico por nuestra belleza out y de home diversión).


atónita en el asiento con rótulo de acompañante y ante el vuelo de tu gesto y palabras decoradas que sonriendo siempre se reacomodan y ahora al no tener sueños no saben dónde depositarse.

y yo colorada, antes y ahora después, hablando de un temor comprendido, no hay  horror,

la preocupación era qué hacer ante el final anticipado. a ella las cenizas,

y para mi, tu asombro que demostró tu mal conducir después de cancherear que eras el mejor.

el cordón del asfalto hizo chispas contra los fierros, entraron y nos abrazaron, ante tus iris y mis dientes ensimismados, y tus dedos extendidos chocando mi palma que por falta de coordinación se tropezaron en la guantera. las manos y mi respuesta.

porque al pasar, reconocí a mi infancia abandónica presente eterna aferrada al espejo retrovisor.  y supe en llanto interior frágil y ruidoso, que eras y que fuiste el inaudito 

movimiento corporal

de luces intrasísmicas 

chorreando fascinación ante el suceso que me acercó al primer libro. a la primera oración.

a la primera consonante. a la primer palabra que siempre hizo alucinarme en  machacada insistencia de divagación.


y deslumbrada, por la corporeidad de lo imposible.


el cuerpo muerto es polvo que se mastica y se larga, algo en común para escupir.


no podés estar en frecuencia suprateslita porque  sabés que crecer  es evitar lo que sos:

una pantomima de fingir sociedades terrenales básicas y repetitivas y dormir con mis amigas causales.


todo, suponemos, los astros y cometas intraoceánicos, por la comodidad  del temor y porque no leíste lo suficiente a los mundos de las paralelas del


mi amor.


sos humano.


y me dejaste aterrada.






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