Cuando me hablaste querìa darte una cachetada de besos. Cuando me hablaste mirándome y asintiendo en cada palabra pronunciada afirmando saber què es lo que me gustaba o gustarìa hacer en ese momento, sentì la necesidad de pedirte un encendedor y quemarte los pelos. O darte màs besos. En verdad pensaba en pedirte algùn libro. Una rifada de emociones a cambio de un azar caprichoso. Querìa decirte que ya se todo y màs de lo que hubiese querido enterarme.Pero no puedo hacerme cargo de tu pasado para justificar tu desdèn cubierto con un baño de ternura. Y logrè un entierro de dolores maravillosos.
De todas formas, me dijiste sòlo estupideces que tanto me gustan oírte pronunciar. El perdòn jamàs llegò. Se manejan dos hipòtesis, tres, cuatro, una, cero. La variable es: si sos estùpido orgulloso, si sos sòlo orgulloso o si sos egocèntrico. La del machito patriarcal todavìa no la descarto. Compite cabeza a cabeza con la de la manipulaciòn de tu discurso. A veces, sòlo quiero imaginar que estabas borracho y no te acordàs de nada.De ningùn diàlogo. De ningùn maltrato. Y menos de mi llanto.
Ya està.
La capacidad que tuviste para hablarme superò ninguna expectativa. No tenìa ninguna. El psicòlogo me dice que estoy equivocada. Ahora necesitarìa saber si tambièn notaste el cambio en el cartel. O si jamàs le diste significancia.
Hubiese querido contestarte nada. O contestarte cualquier cosa. No estaba preparada para hablarte. Creo que mis palabras salieron con gusto a funeral. Al final te escribì otra carta, el mensaje era conciso, y cuando avanzaba veloz sentìa que era algo trabajoso lograr una conexiòn con vos a travès del papel porque jamàs me contestaste. Y la verdad, te escribo con la misma aficciòn que un tallador de epitafios. Despuès, lleguè a pensar, que tus vecinos te sacaban la correspondencia. Estuve haciendo guardias los dìas que el gato no querìa comunicarse.
¿Què necesidad de modificar el cartel? ¿Por què ese color que hace sentir una infinitud de desamparo total?
Hoy estuve ocupada redactando un manifiesto sobre la congoja. Esa que se instala cuando vuelve de repente todas las cosas feas que me dijiste.
Dudè en hacerle caso a estos impulsos que me arrastran a un vacìo de coherencias palabreras pero que no coinciden con los miedos que me dejaste; y sobre cuàl fue la urgencia de contestarte ante tus palabras afirmativas de un suceso que ni siquiera era necesario que lo nombraras porque ya mi acciòn directa habìa sido saboteada y estaba planificando irme ante que vos asì no tenìa que compartir un mismo espacio donde ya no se què carajos hacìa ahì.
Sentì que tu no pregunta era una ola enorme que me tapaba y ahogarìa, pero teniendo una tabla en la mano para barrenarla. El mar, el rìo, las aguas en general, no me gustan. Fue un desafío en un contexto en el que jamàs hubiera participado. Pero por las amistades todo. Hasta lo imposible. Hasta una tragedia programada.
El mirarte fue drama total. Mi atenciòn bàsica llevò a que te dijera nada.
Ahora por la suba de la luz, mi cartel se enciende màs tarde. Siento que de a poco tengo que acostumbrarme a que no hay disposiciones obvias. A que todo pierdo. A que todo me abandona en parte.
Al menos tengo el poder de elegir la fosa.
lunes, 31 de julio de 2017
jueves, 20 de julio de 2017
2
La ventana sin cortinas hace que me distraiga con las formas rectangulares que se proyectan en la habitaciòn, tambièn rectangular. No quiero levantarme. No tengo idea de la hora. Hay sol y hay silencio en la calle. No pasan micros. Tampoco autos ni bicicletas y mucho menos personas.
Tengo la cabeza apoyada en la almohada, lo que significa que dormì mal, porque no uso almohada. Cuento cuántas rayitas se proyectan en el ropero. Me aburro.
Te escucho roncar pero eso no significa que sea temprano. Una de las rayitas me da en la cara y siento un calor constante que molesta. Me pruebo tu ropa y unos zapatos de mujer que encontrè debajo de la cama. Me sentè en el piso, tapada con una frazada finita, y me puse a leer fotocopias de la facultad. Al final me puse una camisa que jamàs te vi puesta pero que es igual a una mìa. Hasta que me digo que claro, si me compro ropa destinada al pùblico masculino.
Toso, carraspeo, pero vos nada. Inerte. Pienso si estàs respirando y a modo de una señal universal, comienzan tus ronquidos. Entro a la habitaciòn, te llamo y contestàs. Hablamos. Y entonces descubro que tenès los ojos cerrados. Te pregunto cosas y contestàs sin tapujos. Casi grito de emociòn. Supe tantas cosas que todavìa las estoy ordenando.
Agarrè unas fibras y lapiceras con brillos y empecè a escribirte la casa. Escondì palabras. Algunas que dijiste vos y otras que decidì apropiarme. Dejè la preferida en el lugar donde el gato indicò con la patita. A cambio de obedecerle le saquè un bigote que me ofreciò con la panza hacia arriba. Fue un pacto. Èl maulló y yo ronronee.
Quizàs tus neuronas quieren imitar a las cèlulas y comenzaron a activar una apoptosis; por eso todas las contradicciones que elevàs en los discursos. Si es que a las palabras que nombràs todo el tiempo en oraciones, pueden ser discursivas. A veces pienso que no, porque no mantenès la coherencia con los actos.
Da igual.
El psicòlogo dijo que se alegraba que por una vez escuchaba hablar de otra prioridad que no sea la palmera que no enciende; que se derritiò, le corrijo. Y casi lloro. Me callo. No digo nada màs. Me pregunta en què pienso. Y le contesto que estaba pensando en entrar a tu casa para hurtar el libro que no pude terminar de leer y que ademàs lo habìa escrito. Y que ademàs lo escondì para que ninguna otra pueda leerlo. Y le aclarè que no creìa en las prioridades.
Le leì los apuntes del diciembre pasado. El cuadernito rojo y la libreta de Aquaman. Tomè siete litros de cerveza en una tarde, habìa escrito. Necesita valor para hablarte, supuse. Pero las fechas no coincidìan. Ese dìa, supe que otro de mis libreros favoritos tenìa una banda. Por eso a veces habrìa tarde. Ahora, me arrepiento de no haberme ofrecido para atender.
Hay un ruido constante a cortocircuito.Huelo chispas. Te veo venir, caminando. Te distingo el tranco y la campera; una mezcla de los noventa con algo de los setenta y ese toque de inseguridad. No quiero saludarte. Vos tampoco. Lo presiento u intuyo. O todo junto. Me escondì en la cochera. Toquè un auto y empezò a sonar la alarma. Sudè.
Por las dudas voy a mandarle mensajes telepàticos al gato, asì me ayuda en esta nueva misòn. Serìa la segunda vez. Y los nùmeros pares son de suerte.
Te escribo otra carta. A lo mejor respondès.
Me siento frente al calor de un fuego pequeñito que comenzò el linyera que duerme en la escuela. Charlamos de la crisis. De las nuestras. Le recito de memoria a David Thoreau, Walden, por supuesto.
Muy obvia la referencia.
chau-
Tengo la cabeza apoyada en la almohada, lo que significa que dormì mal, porque no uso almohada. Cuento cuántas rayitas se proyectan en el ropero. Me aburro.
Te escucho roncar pero eso no significa que sea temprano. Una de las rayitas me da en la cara y siento un calor constante que molesta. Me pruebo tu ropa y unos zapatos de mujer que encontrè debajo de la cama. Me sentè en el piso, tapada con una frazada finita, y me puse a leer fotocopias de la facultad. Al final me puse una camisa que jamàs te vi puesta pero que es igual a una mìa. Hasta que me digo que claro, si me compro ropa destinada al pùblico masculino.
Toso, carraspeo, pero vos nada. Inerte. Pienso si estàs respirando y a modo de una señal universal, comienzan tus ronquidos. Entro a la habitaciòn, te llamo y contestàs. Hablamos. Y entonces descubro que tenès los ojos cerrados. Te pregunto cosas y contestàs sin tapujos. Casi grito de emociòn. Supe tantas cosas que todavìa las estoy ordenando.
Agarrè unas fibras y lapiceras con brillos y empecè a escribirte la casa. Escondì palabras. Algunas que dijiste vos y otras que decidì apropiarme. Dejè la preferida en el lugar donde el gato indicò con la patita. A cambio de obedecerle le saquè un bigote que me ofreciò con la panza hacia arriba. Fue un pacto. Èl maulló y yo ronronee.
Quizàs tus neuronas quieren imitar a las cèlulas y comenzaron a activar una apoptosis; por eso todas las contradicciones que elevàs en los discursos. Si es que a las palabras que nombràs todo el tiempo en oraciones, pueden ser discursivas. A veces pienso que no, porque no mantenès la coherencia con los actos.
Da igual.
El psicòlogo dijo que se alegraba que por una vez escuchaba hablar de otra prioridad que no sea la palmera que no enciende; que se derritiò, le corrijo. Y casi lloro. Me callo. No digo nada màs. Me pregunta en què pienso. Y le contesto que estaba pensando en entrar a tu casa para hurtar el libro que no pude terminar de leer y que ademàs lo habìa escrito. Y que ademàs lo escondì para que ninguna otra pueda leerlo. Y le aclarè que no creìa en las prioridades.
Le leì los apuntes del diciembre pasado. El cuadernito rojo y la libreta de Aquaman. Tomè siete litros de cerveza en una tarde, habìa escrito. Necesita valor para hablarte, supuse. Pero las fechas no coincidìan. Ese dìa, supe que otro de mis libreros favoritos tenìa una banda. Por eso a veces habrìa tarde. Ahora, me arrepiento de no haberme ofrecido para atender.
Hay un ruido constante a cortocircuito.Huelo chispas. Te veo venir, caminando. Te distingo el tranco y la campera; una mezcla de los noventa con algo de los setenta y ese toque de inseguridad. No quiero saludarte. Vos tampoco. Lo presiento u intuyo. O todo junto. Me escondì en la cochera. Toquè un auto y empezò a sonar la alarma. Sudè.
Por las dudas voy a mandarle mensajes telepàticos al gato, asì me ayuda en esta nueva misòn. Serìa la segunda vez. Y los nùmeros pares son de suerte.
Te escribo otra carta. A lo mejor respondès.
Me siento frente al calor de un fuego pequeñito que comenzò el linyera que duerme en la escuela. Charlamos de la crisis. De las nuestras. Le recito de memoria a David Thoreau, Walden, por supuesto.
Muy obvia la referencia.
chau-
miércoles, 19 de julio de 2017
3
La verdad me tiene sin cuidado que salga el Sol. No hace màs que engañar. No da tibieza, ni calor, ni energìas, sòlo se encarga de levantar el frìo pegado del piso y de todos los àrboles. Estoy mirando los bancos vacìos, pensando que el cemento debe estar helado y que los banquitos de chapa destilan humedad.
El pasto no es opciòn. No se puede sentar en ningùn lugar. El cuerpo se ve obligado a caminar en los lugares abiertos. El cine, refugio de un pasatiempo, està atestado de infantes que gritan sin pausas. Se fotografían con los cartones de los llamados hèroes que, al decir de muchos, son sùper o sùpers.
Saco el cuaderno violeta y miro lo escrito. Releo algunas hipòtesis. En verdad, la desilusiòn gana un poco, porque sòlo tengo apuntado objetivos y posibles datos que me llevarìan a (r)develar cosas que aùn no conozco.
Salen tres discos nuevos, de tres bandas que me gustan mucho pero como a vos tambièn te gustan mucho, ahora, me desagradan un poco. O ya no las escucho como magnìficas. No me traen ningùn buen recuerdo. Todas mentiras. Todas falsedades. Todas palabras que nombraban verdades pero que eran mentiras. Es decir, nombraban cosas reales pero vos la usabas como mentiras, entonces la palabra ya no significa en mi recuerdo lo que en verdad significa en una realidad cotidiana. Ahì, en ese momento en que caì a cuenta de eso, llorè. Me consuelo pensando que a lo mejor estàs haciendo probetas de una tesis con la utilizaciòn de palabras sobre personas que te quieren. Supongo.
Pero ahora, lo que tengo anotado, mucho no me sirve. Sucediò despuès que en la terminal de micros, y sòlo por no querer sentarme en ningùn banquito, la chica que conociste en el recital me hablò de vos. Supe que eras vos por la fecha, por el recital, por las cosas que le dijiste. La intuiciòn no falla. Se que no. Desgraciado.
Ahora tacho oraciones y quemo algunas hojas. Busco rituales para que la gente mala se aleje y no se acerque màs. De vos, no me ocupo, demasiado castigo tu pasado y ella que decide sobre tus emociones. Yo, festejo. Y salgo a comprar los hilos faltantes para terminar el bordado palmera.corazòn. Iba a pasar por la casa del chico que me gustaba con la carpeta de las bi versiones que siempre bailàbamos en el patio, en patas, gritando las canciones en pèsimo inglès. Pero en cambio, decidí seguirte un ratito màs los movimientos palabrìsticos.
El cuadernito anterior tiene escrito los detalles de una casa y un auto. Hay una flecha, dice : combinaciones. Despuès la palabra llaves: dos. Palmeras: dos. Kilos: dos. Cena para dos. Birra para cuatro, pero somos dos.Siempre un dos mientras vos pensabas (si lo hacìas) en uno. Sòlo en vos.
El rollito revelado me trae una foto tuya que te saquè mientras dormìas y està superpuesta con la palabra Diamante. Magia universal. Dibujo corazones sobre tu cuerpo, y escribo: ronca, sueña, habla, toca. Hay otra foto del cine, de esa luz azul fascinante, y otra de un charco porque se reflejaba el cartel.
Sale, en la lectura la palabra opaca. Opaca sale con un brillante rosa, fucsia. Entonces, busco la fecha entre los apuntes. El dìa que me di cuenta que no gustabas de mi, tenìa anotado. Recordè la carta enviada. La respuesta absurda. Agarro las emociones y las machaco un rato.
Sin querer, descubrì nuevas conexiones. Una canciòn flotando en un casete grabado sobre canciones de Banana Pueyrredòn; tu voz a los veinte y yo intentando cantar punk en portuguès. Reversionando vaya a saber què, a quièn. Bajaron en alùd, una pila enorme de recuerdos que no son recuerdos porque estàn acà, en el presente. Segùn las fechas, la primer vuelta en bicicleta por la ciudad y caìda de la misma, fue sobre la fosforecida noche.
Donde llorè mi primer desamor. Y en donde los colores iluminaron ideas sin sentidos.
Estoy, creo, planeando un atraco. Y estoy, creo, buscando un còmplice. Por hoy, nada màs.
El pasto no es opciòn. No se puede sentar en ningùn lugar. El cuerpo se ve obligado a caminar en los lugares abiertos. El cine, refugio de un pasatiempo, està atestado de infantes que gritan sin pausas. Se fotografían con los cartones de los llamados hèroes que, al decir de muchos, son sùper o sùpers.
Saco el cuaderno violeta y miro lo escrito. Releo algunas hipòtesis. En verdad, la desilusiòn gana un poco, porque sòlo tengo apuntado objetivos y posibles datos que me llevarìan a (r)develar cosas que aùn no conozco.
Salen tres discos nuevos, de tres bandas que me gustan mucho pero como a vos tambièn te gustan mucho, ahora, me desagradan un poco. O ya no las escucho como magnìficas. No me traen ningùn buen recuerdo. Todas mentiras. Todas falsedades. Todas palabras que nombraban verdades pero que eran mentiras. Es decir, nombraban cosas reales pero vos la usabas como mentiras, entonces la palabra ya no significa en mi recuerdo lo que en verdad significa en una realidad cotidiana. Ahì, en ese momento en que caì a cuenta de eso, llorè. Me consuelo pensando que a lo mejor estàs haciendo probetas de una tesis con la utilizaciòn de palabras sobre personas que te quieren. Supongo.
Pero ahora, lo que tengo anotado, mucho no me sirve. Sucediò despuès que en la terminal de micros, y sòlo por no querer sentarme en ningùn banquito, la chica que conociste en el recital me hablò de vos. Supe que eras vos por la fecha, por el recital, por las cosas que le dijiste. La intuiciòn no falla. Se que no. Desgraciado.
Ahora tacho oraciones y quemo algunas hojas. Busco rituales para que la gente mala se aleje y no se acerque màs. De vos, no me ocupo, demasiado castigo tu pasado y ella que decide sobre tus emociones. Yo, festejo. Y salgo a comprar los hilos faltantes para terminar el bordado palmera.corazòn. Iba a pasar por la casa del chico que me gustaba con la carpeta de las bi versiones que siempre bailàbamos en el patio, en patas, gritando las canciones en pèsimo inglès. Pero en cambio, decidí seguirte un ratito màs los movimientos palabrìsticos.
El cuadernito anterior tiene escrito los detalles de una casa y un auto. Hay una flecha, dice : combinaciones. Despuès la palabra llaves: dos. Palmeras: dos. Kilos: dos. Cena para dos. Birra para cuatro, pero somos dos.Siempre un dos mientras vos pensabas (si lo hacìas) en uno. Sòlo en vos.
El rollito revelado me trae una foto tuya que te saquè mientras dormìas y està superpuesta con la palabra Diamante. Magia universal. Dibujo corazones sobre tu cuerpo, y escribo: ronca, sueña, habla, toca. Hay otra foto del cine, de esa luz azul fascinante, y otra de un charco porque se reflejaba el cartel.
Sale, en la lectura la palabra opaca. Opaca sale con un brillante rosa, fucsia. Entonces, busco la fecha entre los apuntes. El dìa que me di cuenta que no gustabas de mi, tenìa anotado. Recordè la carta enviada. La respuesta absurda. Agarro las emociones y las machaco un rato.
Sin querer, descubrì nuevas conexiones. Una canciòn flotando en un casete grabado sobre canciones de Banana Pueyrredòn; tu voz a los veinte y yo intentando cantar punk en portuguès. Reversionando vaya a saber què, a quièn. Bajaron en alùd, una pila enorme de recuerdos que no son recuerdos porque estàn acà, en el presente. Segùn las fechas, la primer vuelta en bicicleta por la ciudad y caìda de la misma, fue sobre la fosforecida noche.
Donde llorè mi primer desamor. Y en donde los colores iluminaron ideas sin sentidos.
Estoy, creo, planeando un atraco. Y estoy, creo, buscando un còmplice. Por hoy, nada màs.
lunes, 17 de julio de 2017
4
A veces tengo la leve sensación que me toman por desgraciada. La palabra estúpida suena muy fuerte hoy. Como si, como si, como si que, como si que. A nadie le gusta salir. A casi todos y todas les gusta festejar los cumpleaños. Creo que me estoy juntando con las personas equivocadas. Son adecuadas. Pero no comparto casi nada. Màs que un chiste fácil, algo pop, algo mediàticamente hablable.
Siempre tengo esas sensaciones. Pero en estos dìas màs. Y creo que del otro lado es igual. Todavìa me reprocho el aceptar invitaciones sabiendo que la voy a pasar mal. Ni siquiera se escucha punk.
Demasiada rebeliòn verbal pero poca en acciòn real. Me hastío.
Ayer, cuando escribiste para salir, terminè vomitando en el pasillo de la casa. Me asqueas. Me dan asco cuando las palabras vienen retrasadas. Discursos invàlidos. No pueden unirse a ningún sentimiento. Inviable total que te vuelva a querer, aunque creo que jamàs lo hice.Incluso me olvidè tu nombre de pila. Y no te pido disculpas. Olvido total.
Me calzo las zapas màs viejas, me pongo poco abrigo y viajo. No necesito nada ni nadie. Me interno en librerìas. Doy con un librero que me muestra y deja ver libros de artistas de los que conversamos largo y tendido. Pienso que seguro està fumado. Cuando llegamos a cierta confianza me dice que tengo aliento a birra. Le dije que sì. Que me habìa convidado el linyera de la plaza y me habìa resultado imposible negarme.Te lo dejo a 1200 me dijo de la nada, sosteniendo mi amado chino insurrecto, y le contesto que en agosto volvìa. Sonriò. Sonreì. Salì contenta. Como si ya fuera mio. Hasta el siete tengo tiempo.
Un poco màs tarde:
dejo los rollitos para revelar. En la calle te cruzo. Y por suerte te soy invisible. Como antes. Respiro algo que me hace estornudar. Y largo un estornudo tras otro. Charlo con el de la florerìa para poder mirarte un ratito màs. Casi te digo que el cajero ese no tenìa plata. Ninguno. Trato de saber què le constestàs a la señora que pide a la salida del Banco. La ignoràs. No se si tendrìa que sorprenderme o naturalizar tu carácter osco. Seguro tenès alguna teorìa para no hablarle. Pero no importa. Yo le dejè cien pesos y comida calentita del chino. Me devolviò la plata y se quedò con la comida. La gente me miraba mal. Y en esas miradas seguro estarìa la tuya de no conocerme. Aunque en verdad, no me conocès nada.
Hay viento frìo y ando cargada con libros. Tres nuevos. Uno porno, otro sensual y otro infantil. Suena el celular. Sos vos. Anunciando disponibilidad. No te ignoro. Tampoco te respondo. Empiezo a sentir arcadas.
La mochila carga tres càmaras. Por suerte ninguna te conociò.
Vuelvo a mirar la cortina metàlica baja. Hoy no se abre. No hay aviso alguno. Cruzo y la luz apagada, con ese color lechoso, me da angustia. Necesitarìa que estès acà para abrazarme. Me siento como si estuviera en la sala de espera de terapia intensiva de un hospital. Incluso, creo sentir el olor a residuos patològicos. Creo que asì huelen nuestras discusiones.
Cruzo. Le pregunto al kiosquero por què estaba cerrado. No sabìa. Uno al pasar me comentò que cambiaron el horario pero que el delivery funcionaba. Creo que me guiñò el ojo o sonriò o hubo alguna complicidad que creì leer. Me dijo que mìnimo cuatro kilos tenìa que pedir; y sì o sì la vainilla en gramos. Tuve ganas de contarte el acontecimiento. En verdad, pensè en usarte el telèfono y ante cualquier eventualidad quedaba registrado tu nùmero. Me sentì mala. O que estaba causando un mal. Despuès, entre el desquicio de las nuevas pistas, sentì que exagerè. Un poco de escarmiento necesitàs.
Pero la verdad no te extraño nada. Y eso conlleva a que piense y deduzca que vos no extrañàs mis cosas.secuencias. Y por eso, no aportaste nada nuevo. Alguna que otra lectura. Pero en cuanto a las invasiones de luces, creo que no. ¿Què sentido tendrìa visitarte si mis temas de charlas no te gustan? No miràs pelis, no leès tanto, cuando salìs sos indescifrable. No entiendo la ceguera que tuve. ¿Còmo te hablè sino me charlabas?
De todas formas, el otro dìa soñè cuatro veces la secuencia de la hoja que se sulfataba. Se incendiaba.
Y vos pasabas caminando.
Ido. Tomè los sueños como reales.
Hoy, a unas pocas cuadras mentales de tocarte el timbre, un perro no dejaba de ladrar, un policìa se empachaba pidiendo coimas, el loco que se queda en la puerta de la escuela no dejaba de gritar, la gente que esperaba el micro se quejaba de las demoras, del frìo, del viento, de los polìticos, de la cantidad de chicos sueltos que andan en las calles. En sì, un sin fin de tonterìas. Pero quedè varada, mirando el incendio caribeño real.
Me quedè, de nuevo, un poco atònita, a la espera que los pedazos fundidos que caìan derretidos a la vereda sean para mi. Uno tenìa forma de corazòn. Lo tomè entre mis manos y me sentì pitonisa.
Sonreì con las predicciones. Y me fui.
Siempre tengo esas sensaciones. Pero en estos dìas màs. Y creo que del otro lado es igual. Todavìa me reprocho el aceptar invitaciones sabiendo que la voy a pasar mal. Ni siquiera se escucha punk.
Demasiada rebeliòn verbal pero poca en acciòn real. Me hastío.
Ayer, cuando escribiste para salir, terminè vomitando en el pasillo de la casa. Me asqueas. Me dan asco cuando las palabras vienen retrasadas. Discursos invàlidos. No pueden unirse a ningún sentimiento. Inviable total que te vuelva a querer, aunque creo que jamàs lo hice.Incluso me olvidè tu nombre de pila. Y no te pido disculpas. Olvido total.
Me calzo las zapas màs viejas, me pongo poco abrigo y viajo. No necesito nada ni nadie. Me interno en librerìas. Doy con un librero que me muestra y deja ver libros de artistas de los que conversamos largo y tendido. Pienso que seguro està fumado. Cuando llegamos a cierta confianza me dice que tengo aliento a birra. Le dije que sì. Que me habìa convidado el linyera de la plaza y me habìa resultado imposible negarme.Te lo dejo a 1200 me dijo de la nada, sosteniendo mi amado chino insurrecto, y le contesto que en agosto volvìa. Sonriò. Sonreì. Salì contenta. Como si ya fuera mio. Hasta el siete tengo tiempo.
Un poco màs tarde:
dejo los rollitos para revelar. En la calle te cruzo. Y por suerte te soy invisible. Como antes. Respiro algo que me hace estornudar. Y largo un estornudo tras otro. Charlo con el de la florerìa para poder mirarte un ratito màs. Casi te digo que el cajero ese no tenìa plata. Ninguno. Trato de saber què le constestàs a la señora que pide a la salida del Banco. La ignoràs. No se si tendrìa que sorprenderme o naturalizar tu carácter osco. Seguro tenès alguna teorìa para no hablarle. Pero no importa. Yo le dejè cien pesos y comida calentita del chino. Me devolviò la plata y se quedò con la comida. La gente me miraba mal. Y en esas miradas seguro estarìa la tuya de no conocerme. Aunque en verdad, no me conocès nada.
Hay viento frìo y ando cargada con libros. Tres nuevos. Uno porno, otro sensual y otro infantil. Suena el celular. Sos vos. Anunciando disponibilidad. No te ignoro. Tampoco te respondo. Empiezo a sentir arcadas.
La mochila carga tres càmaras. Por suerte ninguna te conociò.
Vuelvo a mirar la cortina metàlica baja. Hoy no se abre. No hay aviso alguno. Cruzo y la luz apagada, con ese color lechoso, me da angustia. Necesitarìa que estès acà para abrazarme. Me siento como si estuviera en la sala de espera de terapia intensiva de un hospital. Incluso, creo sentir el olor a residuos patològicos. Creo que asì huelen nuestras discusiones.
Cruzo. Le pregunto al kiosquero por què estaba cerrado. No sabìa. Uno al pasar me comentò que cambiaron el horario pero que el delivery funcionaba. Creo que me guiñò el ojo o sonriò o hubo alguna complicidad que creì leer. Me dijo que mìnimo cuatro kilos tenìa que pedir; y sì o sì la vainilla en gramos. Tuve ganas de contarte el acontecimiento. En verdad, pensè en usarte el telèfono y ante cualquier eventualidad quedaba registrado tu nùmero. Me sentì mala. O que estaba causando un mal. Despuès, entre el desquicio de las nuevas pistas, sentì que exagerè. Un poco de escarmiento necesitàs.
Pero la verdad no te extraño nada. Y eso conlleva a que piense y deduzca que vos no extrañàs mis cosas.secuencias. Y por eso, no aportaste nada nuevo. Alguna que otra lectura. Pero en cuanto a las invasiones de luces, creo que no. ¿Què sentido tendrìa visitarte si mis temas de charlas no te gustan? No miràs pelis, no leès tanto, cuando salìs sos indescifrable. No entiendo la ceguera que tuve. ¿Còmo te hablè sino me charlabas?
De todas formas, el otro dìa soñè cuatro veces la secuencia de la hoja que se sulfataba. Se incendiaba.
Y vos pasabas caminando.
Ido. Tomè los sueños como reales.
Hoy, a unas pocas cuadras mentales de tocarte el timbre, un perro no dejaba de ladrar, un policìa se empachaba pidiendo coimas, el loco que se queda en la puerta de la escuela no dejaba de gritar, la gente que esperaba el micro se quejaba de las demoras, del frìo, del viento, de los polìticos, de la cantidad de chicos sueltos que andan en las calles. En sì, un sin fin de tonterìas. Pero quedè varada, mirando el incendio caribeño real.
Me quedè, de nuevo, un poco atònita, a la espera que los pedazos fundidos que caìan derretidos a la vereda sean para mi. Uno tenìa forma de corazòn. Lo tomè entre mis manos y me sentì pitonisa.
Sonreì con las predicciones. Y me fui.
viernes, 14 de julio de 2017
5
Todo esto està un poco mal. Bastante. La luz hace un ruido anormal y me preocupa que se incendie. No me disgusta. Para nada. En el fondo y en la expresión de mi cara se nota que quiero el fuego. Quedo guardiana horas, observando si nacen chispas, si el olor del plástico quemado llega hasta mi nariz; atenta. Estoy atenta con sòlo dos sentidos: vista y olfato. El tacto lo perdì hace un tiempo entre las paredes de tu casa, el gusto, ciertos gustos me dan alergia y el oìdo no funciona bien. El izquierdo, està perforado el tìmpano. Fue un dolor tan agudo que despuès de años me di cuenta que la desilusiòn se siente algo asì, pero se puede seguir. Rompièndose de a poco por decisiones ajenas. Cada avance viene con un desgano. Con un plus de resentimientos.
El viento de ciudad no tiene tanta humedad; pero el viento de ciudad tiene respiraciones tuyas. Eso incomoda un poco pero alegra mucho ¿Sabìas que se de vos un poco y que vos nada de mi porque el viento que te tirò la maceta me contò lo que hacès? Y es el mismo viento que se encarga de mover el cable relleno de luz. Atònita, imagino la secuencia del desprendimiento. El del cable y el de tu pasado. El viejo y conocido viento. Que da frìo y sin necesidad de instalarse sabe llegar hasta nuestros huesos. A vos se te instalò en el corazòn. Sos portador de frìo y yo de fuego. Y renunciè a las tormentas de calor para no lastimarte. Y vos tiraste frìo en mis pies, sabiendo lo que duele.
Con las manos en los bolsillos, tirando aliento a la nada para mirar los resoplidos en formas de nubes, pienso en los ciclos del agua. Què triste no salir de esa. Soy una observadora participante de tu desmoronamiento. La luz titila con demasiada fuerza. Alguien trae una escalera. Son dos tipos con una escalera. Un tercero aparece desde la ventana. La gente pasa como si nada. Yo sigo atònita. Con miedo a que se dañe lo que me imanta.
Pierdo el equilibro porque estuve demasiado tiempo de pie. Siempre me caigo. Incluso sentada, tengo la tendencia a tumbarme hacia algùn costado. "Es por la sordera" me dijo un especialista. Si nado de espalda jamàs voy derecha, agarro para uno de los lados y mi cabeza golpea con los bordes. O con otro cuerpo. Y mi falta de reacciòn hace que todo sea màs incòmodo. Incluso las disculpas. Siempre tengo que estar pensando que tengo que estar equilibrando el cuerpo. Con vos no lo hice ¿Cuántas veces caì? ¿Cuàntas respuestas absurdas te dije? y ¿Cuàntas veces sonreì de forma falsa porque no entendì nada?
Vuelvo a mirar el cartel. La luz fosforece de màs. El que creo es el dueño del lugar se percatò de mi presencia porque vi cuando el empleado le cuchicheò algo. Supongo que ya no paso desapercibida. Siempre digo "hoy no paso, sòlo hasta cinco veces està bien". Y llega un momento en que la cuenta se perdiò. Es como hacerme cargo de una dieta, de tirar las dudas, de proponerme ser segura en algo y despuès titubeo como la màs campeona. "Hoy te paso a visitar y te trato bien" Al final no paso, y vos me tratàs mal.
Miro las entradas para el recital que falta mucho, pero soñè con vos y querìa invitarte. Lo hice en sueños. Me rechazabas. Nada nuevo. Siento una tos. Es otro empleado del lugar, que hace señales a los que quedaron sanando la luz. Una hoja brillante està dejando de funcionar. Me da miedo. La tristeza invade bastante los pensares. Hago juramentos que no voy a cumplir o a los que voy a rebuscar la manera de desvalidarlos. Pero hago juramentos para que al menos la hoja no pierda su forma.
Cierro los ojos y balbuceo. Supongo que algo en voz alta dije. Cuando me percato que miran mis palabras, doy media vuelta y me siento en el piso, apoyando la espalda contra la pared. Hay una persona durmiendo, le dicen "en situación de calle" para no mencionar el origen social de ese todo.
Pasa una conocida de una conocida y me pregunta què hago. La miro incrèdula. Digo que espero el micro para ir a tu casa. Me contestò que tendrìa que estar del otro lado. Le contesto que con razòn todos los choferes me decìan algo de la calle. Sòlo exclamo un ¡què boluda! Y trato de seguir los movimientos de luz. No me paro, sigo sentada con cara de nada. Hablo de vos como en la secuencia del sueño. Le dije que no ibas conmigo al recital y que si querìa la entrada. Me dice si vos no te ibas a enojar. Le contesto "que se curta". Un escalòn de la escalera se rompiò. Creo que nadie se lastimò. Pienso que la apariciòn de esta piba me sirviò para disimular mi escudriñamiento, pero tambièn en que no tuve el mejor diàlogo. Tengo que decirle que le contè el sueño que tuve con vos y no la realidad que tengo con vos. Pero decido que no. Pienso que no vas a entender nada. Y està bien. Porque no me vas a escribir para saber, tampoco vas a preguntar a alguien por mi y menos a la piba que tambièn es conocida de un conocido de un conocido tuyo. La piloteo bien, pienso como cierre.
Al final me dice que la banda mucho no le gusta. Le digo que a mi sì, pero que justo a ese recital no tenìa ganas de ir. Miento. O mejor expresado, aprendì a usar tus excusas. De repente una luz fuerte de dos segundos nos alcanza. Tengo ganas de contarte lo que pasò, pero ya no estàs. Y ya se que cuando sea el momento de decìrtelo me vas a mirar con ese gesto automático de sorpresa que no se si estàs sonriendo o si va a caer una bomba atòmica y no podès decirlo porque sos respetuoso y no interrumpìs la conversaciòn.
El viento de ciudad no tiene tanta humedad; pero el viento de ciudad tiene respiraciones tuyas. Eso incomoda un poco pero alegra mucho ¿Sabìas que se de vos un poco y que vos nada de mi porque el viento que te tirò la maceta me contò lo que hacès? Y es el mismo viento que se encarga de mover el cable relleno de luz. Atònita, imagino la secuencia del desprendimiento. El del cable y el de tu pasado. El viejo y conocido viento. Que da frìo y sin necesidad de instalarse sabe llegar hasta nuestros huesos. A vos se te instalò en el corazòn. Sos portador de frìo y yo de fuego. Y renunciè a las tormentas de calor para no lastimarte. Y vos tiraste frìo en mis pies, sabiendo lo que duele.
Con las manos en los bolsillos, tirando aliento a la nada para mirar los resoplidos en formas de nubes, pienso en los ciclos del agua. Què triste no salir de esa. Soy una observadora participante de tu desmoronamiento. La luz titila con demasiada fuerza. Alguien trae una escalera. Son dos tipos con una escalera. Un tercero aparece desde la ventana. La gente pasa como si nada. Yo sigo atònita. Con miedo a que se dañe lo que me imanta.
Pierdo el equilibro porque estuve demasiado tiempo de pie. Siempre me caigo. Incluso sentada, tengo la tendencia a tumbarme hacia algùn costado. "Es por la sordera" me dijo un especialista. Si nado de espalda jamàs voy derecha, agarro para uno de los lados y mi cabeza golpea con los bordes. O con otro cuerpo. Y mi falta de reacciòn hace que todo sea màs incòmodo. Incluso las disculpas. Siempre tengo que estar pensando que tengo que estar equilibrando el cuerpo. Con vos no lo hice ¿Cuántas veces caì? ¿Cuàntas respuestas absurdas te dije? y ¿Cuàntas veces sonreì de forma falsa porque no entendì nada?
Vuelvo a mirar el cartel. La luz fosforece de màs. El que creo es el dueño del lugar se percatò de mi presencia porque vi cuando el empleado le cuchicheò algo. Supongo que ya no paso desapercibida. Siempre digo "hoy no paso, sòlo hasta cinco veces està bien". Y llega un momento en que la cuenta se perdiò. Es como hacerme cargo de una dieta, de tirar las dudas, de proponerme ser segura en algo y despuès titubeo como la màs campeona. "Hoy te paso a visitar y te trato bien" Al final no paso, y vos me tratàs mal.
Miro las entradas para el recital que falta mucho, pero soñè con vos y querìa invitarte. Lo hice en sueños. Me rechazabas. Nada nuevo. Siento una tos. Es otro empleado del lugar, que hace señales a los que quedaron sanando la luz. Una hoja brillante està dejando de funcionar. Me da miedo. La tristeza invade bastante los pensares. Hago juramentos que no voy a cumplir o a los que voy a rebuscar la manera de desvalidarlos. Pero hago juramentos para que al menos la hoja no pierda su forma.
Cierro los ojos y balbuceo. Supongo que algo en voz alta dije. Cuando me percato que miran mis palabras, doy media vuelta y me siento en el piso, apoyando la espalda contra la pared. Hay una persona durmiendo, le dicen "en situación de calle" para no mencionar el origen social de ese todo.
Pasa una conocida de una conocida y me pregunta què hago. La miro incrèdula. Digo que espero el micro para ir a tu casa. Me contestò que tendrìa que estar del otro lado. Le contesto que con razòn todos los choferes me decìan algo de la calle. Sòlo exclamo un ¡què boluda! Y trato de seguir los movimientos de luz. No me paro, sigo sentada con cara de nada. Hablo de vos como en la secuencia del sueño. Le dije que no ibas conmigo al recital y que si querìa la entrada. Me dice si vos no te ibas a enojar. Le contesto "que se curta". Un escalòn de la escalera se rompiò. Creo que nadie se lastimò. Pienso que la apariciòn de esta piba me sirviò para disimular mi escudriñamiento, pero tambièn en que no tuve el mejor diàlogo. Tengo que decirle que le contè el sueño que tuve con vos y no la realidad que tengo con vos. Pero decido que no. Pienso que no vas a entender nada. Y està bien. Porque no me vas a escribir para saber, tampoco vas a preguntar a alguien por mi y menos a la piba que tambièn es conocida de un conocido de un conocido tuyo. La piloteo bien, pienso como cierre.
Al final me dice que la banda mucho no le gusta. Le digo que a mi sì, pero que justo a ese recital no tenìa ganas de ir. Miento. O mejor expresado, aprendì a usar tus excusas. De repente una luz fuerte de dos segundos nos alcanza. Tengo ganas de contarte lo que pasò, pero ya no estàs. Y ya se que cuando sea el momento de decìrtelo me vas a mirar con ese gesto automático de sorpresa que no se si estàs sonriendo o si va a caer una bomba atòmica y no podès decirlo porque sos respetuoso y no interrumpìs la conversaciòn.
jueves, 13 de julio de 2017
No tenìa tiempo para guardar todas las narraciones que llegaban
con guarniciones de comentarios adosados a sonrisas falsas.
los vasos con vino, alicientes de algo para esa gente que fingían interès
mutuo de sus vidas.
pero para ella eran el reflejo
de la huìda que sòlo podìa tener en la mente.
el vaso de ella se rompiò. lo tirò a propòsito. querìa esquivar responder algo de esa conversación.
y no pudo.
se la llevò hasta su casa; se quedò con ella en la ducha mientra se bañaba,
reapareciò en la comida cuando ella la vomitaba, en el puchito del dìa que se apagaba
y se quedò horas petrificada en forma de insomnio.
se arremangò la noche. le doliò el amanecer y su comienzo de rutina.
la conversaciòn fue fusilada.
con guarniciones de comentarios adosados a sonrisas falsas.
los vasos con vino, alicientes de algo para esa gente que fingían interès
mutuo de sus vidas.
pero para ella eran el reflejo
de la huìda que sòlo podìa tener en la mente.
el vaso de ella se rompiò. lo tirò a propòsito. querìa esquivar responder algo de esa conversación.
y no pudo.
se la llevò hasta su casa; se quedò con ella en la ducha mientra se bañaba,
reapareciò en la comida cuando ella la vomitaba, en el puchito del dìa que se apagaba
y se quedò horas petrificada en forma de insomnio.
se arremangò la noche. le doliò el amanecer y su comienzo de rutina.
la conversaciòn fue fusilada.
miércoles, 12 de julio de 2017
hay un satélite bordado girando en las aguas,
cayó de tu brazo izquierdo pasando por tus
dedos pintados de azulado cementerio.
llaman las tumbas a que rieguen las flores
que ya no están. la tierra se hincha y por suerte
no hay lágrimas ni sermones.
el desierto de mármol barato y el ruido del aleteo del pájaro hace
que tu nombre salga despedido en forma de rugido.
hace frío, hay ceguera, un poco de insomnio
y toda la distancia por acortar.
cayó de tu brazo izquierdo pasando por tus
dedos pintados de azulado cementerio.
llaman las tumbas a que rieguen las flores
que ya no están. la tierra se hincha y por suerte
no hay lágrimas ni sermones.
el desierto de mármol barato y el ruido del aleteo del pájaro hace
que tu nombre salga despedido en forma de rugido.
hace frío, hay ceguera, un poco de insomnio
y toda la distancia por acortar.
martes, 11 de julio de 2017
dicen y nombran un tiempo que mido con la sombra del Sol;
la lentitud de una luz que quema y lastima sin herir,
la mirada extensiva de tu retina gastada y la caricia del llanto.
hay sonrojos escondidos detràs de los muebles
que te guiaràn hasta una palabra en especial
que construì para regalarte el dìa de tu cumpleaños que no asistì.
una base rìtmica de desencantos y silencios que mejor
secretearlos, porque las desilusiones estàn en remojo
lavándose la conciencia.
quieren recibirte las ventanas que bailan
con los vientos; que saltes y sorprendas a la casa,
a los cuartos, al patio,pero no a la Biblioteca.
la Biblioteca no sabe fingir. y te pondrìas de mal humor
al saber
lo predecible que logràs ser cuando pensàs.
la lentitud de una luz que quema y lastima sin herir,
la mirada extensiva de tu retina gastada y la caricia del llanto.
hay sonrojos escondidos detràs de los muebles
que te guiaràn hasta una palabra en especial
que construì para regalarte el dìa de tu cumpleaños que no asistì.
una base rìtmica de desencantos y silencios que mejor
secretearlos, porque las desilusiones estàn en remojo
lavándose la conciencia.
quieren recibirte las ventanas que bailan
con los vientos; que saltes y sorprendas a la casa,
a los cuartos, al patio,pero no a la Biblioteca.
la Biblioteca no sabe fingir. y te pondrìas de mal humor
al saber
lo predecible que logràs ser cuando pensàs.
fue el encierro austero quien incendiò
los caminos cubiertos de escarchas.
los amaneceres de lluvias, adornados con guirnaldas
desteñidas por la exposición nocturna.
los pasos ausentes, ruidosos cuando pisan las nubes,
y los abrazos gusto a papel hùmedo y perfumado
por las palabras que vomitaron las sobras de puntuaciones.
fue el encierro.
lunes, 10 de julio de 2017
tu belleza inesperada duele y queda,
marca y pasa a la posteridad,
baila y mira en extensión de palabras
y flashes apagados.
desde la niebla el neòn sobresale muchìsimo
màs fuerte. ya no hipnotiza. sòlo es el revelador
para darnos un viaje a oasis citadinos bastantes
arruinados.
escribir y agregar lados B. Grabar en tdk covers,
sòlo los covers, que quizàs yosotros lo seamos
de otros amores descartados. reìr de la situaciòn.
hagamos màs trotes zig zag entre las palmeras
hasta que tropiecen las dudas. hasta vomitar
la desidia. hasta resbalarnos rompiendo màs el cuerpo.
capturemos màs nada. que es todo.
filosofemos
hagámonos los nihilistas.
nada nuevo.
pero nos divierte.
marca y pasa a la posteridad,
baila y mira en extensión de palabras
y flashes apagados.
desde la niebla el neòn sobresale muchìsimo
màs fuerte. ya no hipnotiza. sòlo es el revelador
para darnos un viaje a oasis citadinos bastantes
arruinados.
escribir y agregar lados B. Grabar en tdk covers,
sòlo los covers, que quizàs yosotros lo seamos
de otros amores descartados. reìr de la situaciòn.
hagamos màs trotes zig zag entre las palmeras
hasta que tropiecen las dudas. hasta vomitar
la desidia. hasta resbalarnos rompiendo màs el cuerpo.
capturemos màs nada. que es todo.
filosofemos
hagámonos los nihilistas.
nada nuevo.
pero nos divierte.
viernes, 7 de julio de 2017
Sì: podrìa abrazarte y pasarte energìa
que te calmarìa esos pensamientos que
te llenan de dudas.
Tambièn podrìa agarrarte fuerte la mano
y saltar charcos; si nos mojamos los pies
o si nos caemos, podrìa prepararte un baño
con burbujas de colores.
Tambièn puedo recomendarte pelìculas
que se que no vas a mirar, pero al menos
le pones voluntad y oìdo a las diferentes conexiones
entre un diàlogo, un comentario al pasar y alguna
que otra delirada.
A lo mejor podrìas volver a sonreír un ratito.
Tambièn podrìa escudriñarte y detallar todas las
cosas que me gustan de vos, las que hacen gracia
y las que generan pleitos. Y las que hicieron que te deje de querer.
Podrìa escribirte palabras escondidas en tu casa,
otras màs, porque ya lo hice cuando estabas distraìdo.
Sì: puedo borrar las cosas feas que me tiraste escupiendo
odio destructivo, puedo omitir las malas actitudes, puedo
olvidar tus gestos desdeñosos. Puedo porque un detalle
lo llevamos a la exageraciòn. Y no creo que el tiempo
nos ayude a entendernos.
Ya creo que lo hacemos.
Vos todo roto. Despreciándome.
Y yo analizando el contexto de la reacción.
Ni cargo.
que te calmarìa esos pensamientos que
te llenan de dudas.
Tambièn podrìa agarrarte fuerte la mano
y saltar charcos; si nos mojamos los pies
o si nos caemos, podrìa prepararte un baño
con burbujas de colores.
Tambièn puedo recomendarte pelìculas
que se que no vas a mirar, pero al menos
le pones voluntad y oìdo a las diferentes conexiones
entre un diàlogo, un comentario al pasar y alguna
que otra delirada.
A lo mejor podrìas volver a sonreír un ratito.
Tambièn podrìa escudriñarte y detallar todas las
cosas que me gustan de vos, las que hacen gracia
y las que generan pleitos. Y las que hicieron que te deje de querer.
Podrìa escribirte palabras escondidas en tu casa,
otras màs, porque ya lo hice cuando estabas distraìdo.
Sì: puedo borrar las cosas feas que me tiraste escupiendo
odio destructivo, puedo omitir las malas actitudes, puedo
olvidar tus gestos desdeñosos. Puedo porque un detalle
lo llevamos a la exageraciòn. Y no creo que el tiempo
nos ayude a entendernos.
Ya creo que lo hacemos.
Vos todo roto. Despreciándome.
Y yo analizando el contexto de la reacción.
Ni cargo.
jueves, 6 de julio de 2017
*entrega en domicilio del destinatario*
el extracto de tres palabras, una oraciòn,
cuatro olas rompiéndose en tu cara y un
puñado de canciones cortando el discurso
del dìa, fueron nada de suficientes para
que de una vez por todas el olor a espera
se fuera corriendo entre los àrboles mal
podados.
tu cuerpo acurrucado, tenso, nada màgico,
tu mirada violenta, tus resoplidos angustiados,
y tus gestos mal actuados
fueron nada suficientes para que entendiera
la conexión entre la realidad y los vientos nocturnos.
todo eso creo que te lo dije,
y por eso te alejaste.
cuatro olas rompiéndose en tu cara y un
puñado de canciones cortando el discurso
del dìa, fueron nada de suficientes para
que de una vez por todas el olor a espera
se fuera corriendo entre los àrboles mal
podados.
tu cuerpo acurrucado, tenso, nada màgico,
tu mirada violenta, tus resoplidos angustiados,
y tus gestos mal actuados
fueron nada suficientes para que entendiera
la conexión entre la realidad y los vientos nocturnos.
todo eso creo que te lo dije,
y por eso te alejaste.
martes, 4 de julio de 2017
y si hay algo que motive màs que tu sonrisa
seguro no vale tanto como esas ilusiones
que se generan en la lectura que estoy sosteniendo
y en donde uso de señalador tu papel.
recordè las palabras que se movìan
cuando tu cuerpo recorrìa la casa,
con miedo al mìo.
o con dudas.
pero al fin.
repetir el beso.
ausentarse estando.
pero no importa.
hoy las plantas crecieron y treparon la ventana
de la pieza
y como siempre, vi esa belleza
que seguro ya te habìas dado cuenta
en la letra de alguna canciòn.
habitar tu mismo espacio y el que
me creo en el saludo tìmido pero convencido, da sensación
de amor espacial.
espero que nadie màs se de cuenta.
seguro no vale tanto como esas ilusiones
que se generan en la lectura que estoy sosteniendo
y en donde uso de señalador tu papel.
recordè las palabras que se movìan
cuando tu cuerpo recorrìa la casa,
con miedo al mìo.
o con dudas.
pero al fin.
repetir el beso.
ausentarse estando.
pero no importa.
hoy las plantas crecieron y treparon la ventana
de la pieza
y como siempre, vi esa belleza
que seguro ya te habìas dado cuenta
en la letra de alguna canciòn.
habitar tu mismo espacio y el que
me creo en el saludo tìmido pero convencido, da sensación
de amor espacial.
espero que nadie màs se de cuenta.
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